Ganar una carrera con el mejor
coche está al alcance de cualquier piloto de F-1, por eso son los 20 elegidos
entre miles de millones de conductores. Lo han hecho en Mónaco segundones como
Coulthard, Ralf Schumacher, Patresse o hasta Panis, por citar sólo algunos en la
última época. Lo difícil, lo que distingue a los mejores, es vencer cuando hay
opciones y, sobre todo, sumar puntos cuando el coche no va, cuando lo fácil es
estrellarse, cuando lo razonable es retirarse a boxes. Fernando Alonso ha ganado
este año dos carreras de calle, sin despeinarse en Malaisia y Bahrein, pero su
gran mérito fue vencer en Imola con un motor dañado, lo que le hace diferente
fue remontar hasta el tercer puesto en Australia, aguantar segundo en Barcelona
y, como ayer, coger cinco puntos cuando todo estaba perdido. Eso le ha hecho
líder del Mundial, y eso le hace seguir siéndolo por más que su gran rival, Kimi
Raikkonen, disponga de un coche más rápido, de un equipo que evoluciona más.