Ganar una carrera con el mejor
coche está al alcance de cualquier piloto de F-1, por eso son los 20 elegidos
entre miles de millones de conductores. Lo han hecho en Mónaco segundones como
Coulthard, Ralf Schumacher, Patresse o hasta Panis, por citar sólo algunos en la
última época. Lo difícil, lo que distingue a los mejores, es vencer cuando hay
opciones y, sobre todo, sumar puntos cuando el coche no va, cuando lo fácil es
estrellarse, cuando lo razonable es retirarse a boxes. Fernando Alonso ha ganado
este año dos carreras de calle, sin despeinarse en Malaisia y Bahrein, pero su
gran mérito fue vencer en Imola con un motor dañado, lo que le hace diferente
fue remontar hasta el tercer puesto en Australia, aguantar segundo en Barcelona
y, como ayer, coger cinco puntos cuando todo estaba perdido. Eso le ha hecho
líder del Mundial, y eso le hace seguir siéndolo por más que su gran rival, Kimi
Raikkonen, disponga de un coche más rápido, de un equipo que evoluciona más.
Malaisia fue escenario de la
primera victoria, Bahrein, de la confirmación con la segunda. Dos triunfos
holgados que se reforzaron con un tercero en Imola, con tintes ya dramáticos
tras diez vueltas de infarto sujetando con un propulsor sin un cilindro a
Michael Schumacher. Fueron tres carreras que encumbraron a Alonso en todo el
mundo. Pero de esos tres grandes premios obtuvo 30 puntos y Kimi Raikkonen suma
desde ayer 27. Con esa diferencia nadie daría un duro por Alonso viendo la
superioridad actual del McLaren. Pero el asturiano ha sabido sacar petróleo de
las peores condiciones, justo de lo que menos llama la atención, en aquellas
situaciones donde otros fallaron. No sólo tiene 30 puntos de sus tres triunfos,
suma 49, hay otros 19 más exprimidos de su talento en condiciones adversas,
donde un campeón labra un título.
SACA PETRÓLEO
Arrancó seis puntos en
Australia cuando una tromba de agua en la calificacón le arrojó hasta los
últimos lugares de la parrilla. Allí supo reponerse al contratiempo, adelantar
sin incidentes y colarse en el podio. En la misma carrera y saliendo también
desde atrás, Michael Schumacher abandonó tras un accidente menor, Montoya sólo
pudo ser sexto y Raikkonen octavo. Ahí está la diferencia, por eso Alonso
sonreía a la adversidad. Por eso celebró también como un triunfo su segundo
puesto en Barcelona después de mantenerse sereno y en la pista cuando su
neumático trasero izquierdo se destrozaba por una ampolla.
Y ayer volvió a sacar cinco
puntos donde no los había, en una carrera en la que su compañero Fisichella, con
el mismo coche y con los mismos problemas de neumáticos acabó desquiciado en el
duodécimo puesto. Alonso salió tan convencido de poder ganar que intentó
adelantar en la salida a Raikkonen, incluso aún pensaba ganar cuando aprovechó
el coche de seguridad para realizar su repostaje.
Y entonces sucedió lo peor, de
repente sus neumáticos comenzaron a degradarse a tal ritmo que en pocas vueltas
se vio pilotando un coche inconducible, como si rodara con el asfalto mojado.
Mantenerse en la pista ya fue una proeza, aguantar sin ser adelantado cuando el
coche que va detrás es ocho segundos más rápido es algo que está alcance de muy
pocos, de los elegidos. Y Alonso aguantó, se jugó el pellejo en cada curva, a
punto estuvo de estrellarse contra el guardarraíl en tres o cuatro ocasiones
pero se mantenía en la pista cerrando los huecos a los dos Williams durante 20
vueltas.
Quizá se recuerde más su duelo
con Michael Schumacher en el Gran Premio de San Marino, pero allí, en Imola, era
un problema de motor, nada reñido con la seguridad, y sólo dos puntos entre ser
primero o ser segundo. En Mónaco había mucho más en juego aunque el resultado
sea aparentemente menos brillante. En las estrechas calles de Montecarlo estaba
en peligro su integridad física y muchos puestos que perder. Llegó a meta en
cuarto lugar tras un último mano a mano con Montoya angustioso. Y de su talento
y ambición recogió cinco puntos vitales para el liderato el día en que su coche
acabó el peor en la pista.
Acabar el gran premio y hacerlo
en el cuarto puesto es vital para tener opciones en el siguiente, Alemania,
donde podrá seguir saliendo de los últimos en la calificación a una sola manga.
Alonso es duro de pelar. No se deja asustar por la adversidad, no se viene abajo
y sabe pensar frío cuando su corazón late a 200 pulsaciones. Es un superclase,
sobre todo, cuando no puede ganar. Ahí se ve la diferencia.
Fuente de información:
LaVozdeAsturias