Los fumadores se mantienen a la
expectativa. Muchos ya no pueden encender un cigarrillo en su puesto de trabajo
y lo asumen, pero lo que no pueden entender es que ni siquiera les habiliten una
sala. La regulación por convenio sería una solución, aunque son conscientes de
que será muy complicado arbitrar medidas intermedias. A partir de enero,
comprobarán el nuevo estatus laboral de los empleados adictos a la nicotina.
Verónica Huergo es camarera en
el restaurante El Casín, de Llovio. Es fumadora. A esta joven le parece "muy
mal" que la limitación se extienda a los bares. " Por qué lo tienen que
prohibir? Creo que no se trata de convertir al fumador en un marginado".
Verónica es partidaria de institucionalizar la hora del cigarrillo : "Estaría
bien si no hay otra manera. En este trabajo nadie fuma de cara al público".
José Manuel Díaz es propietario
del restaurante en La Venta, en Cangas de Onís y un exfumador convencido. "Esa
prohibición no me parece muy oportuna. A un banco acudes a realizar una gestión
que dura poco tiempo pero en los restaurantes el cliente está más tiempo",
argumenta.
En otras profesiones la
situación es similar. Cristina del Alamo es la coordinadora de enfermería en el
centro de salud de Pola de Siero. Dejó de fumar en enero. Cristina señala que
una ley es adecuada "si se respetan todos los derechos, incluidos los
fumadores", por eso cree que es necesario que se habilite "no cualquier
cuartucho, sino salas bien acondicionadas". También es partidaria de que se
regule en los convenios laborales.
Otro caso es el de Ismael
Ramón, conductor de autobuses, al que no le afectará la norma porque ya no puede
fumar. Aprovecha las paradas para tomar un café y fumarse un purito pero no le
parece bien que se regule un tiempo para el tabaco "porque lo que intentan es
que se reduzca el consumo".
A Nicanor Sánchez, trabajador
de una empresa de perfiles de aluminio de Langreo, la prohibición no le gusta.
"Depende del espacio donde estés. No es lo mismo en un lugar cerrado que en
abierto". Sin embargo, acatará la norma y no peleará porque se regule, ya que es
"una medida absurda, porque el que es fumador no enciende dos cigarrillos
seguidos y luego lo deja".
La profesora de Infantil del
colegio Santo Angel de la Guarda, en Oviedo, Encarna García, apoya la propuesta
del ministerio para centros educativos y sanitarios, pero "en los espacios de
ocio creo que es excesivo". La pausa para fumar le parece "un poca ridícula
porque puedes aprovechar otro descanso".
José Manuel Gayo es un
informático de Oviedo al que le parece "lógica" esta ley porque "está demostrado
que el tabaco es dañino". Para este profesional la idea de regular la hora del
cigarrillo puede "solucionar parte del problema". A su juicio, "la comprensión
también está en entender a los fumadores".
Margarita Esteban trabaja como
cajera en un supermercado de Avilés. No puede fumar en su trabajo pero aprovecha
los 20 minutos del café y algún hueco para hacer una escapada. Para Margarita,
la ley "es demasiado dura". Piensa que tendrían que habilitarse salas. Es
partidaria de regular por convenio las escapadas, aunque se está planteando
dejar el hábito.
Fuente de información:
LaVozdeAsturias