El presentador de uno de los
principales telediarios nocturnos de la televisión italiana abría el pasado
sábado así su informativo, uno de los más vistos del país: «El italiano Jarno
Trulli ha logrado la pole provisional del Gran Premio de España, en Barcelona.
Las gradas del circuito se tiñeron de azul. Pero no azul de la escudería
Renault, sino azul de Asturias, la patria de Fernando Alonso, piloto que lidera
el Mundial y que ha desatado la locura de la afición española».
Ese sábado, en Montmeló, había
cien mil azules para ver un simple entrenamiento, una vuelta de apenas un minuto
y medio, y huelga decir que si hay alguna patria del automovilismo esa es
Italia, la del «cavallini» de Ferrari, en la que por una noche resonó Asturias.
¿De qué región alemana es
Michael Schumacher? Sólo los seguidores de la Fórmula 1 que rozan la excelencia
retienen que la bala roja nació en la pequeña Hürth-Hermülheim, en el camino
entre Colonia y Bonn, localidad del Estado federado de Renania del Norte-Westfalia.
Y aún menos, o ninguno, serán los que recuerden haber visto una bandera de este
lander -comunidad autónoma en alemán- en algún circuito del mundo para animar al
heptacampeón o la puedan describir siquiera. Con Asturias y su proyecto de
campeón ocurre en cambio lo contrario.
Dominio asturiano total
El «fenómeno Fernando Alonso»
se puede abordar desde muchos ángulos. Su capacidad deportiva, su repercusión
publicitaria, su tirón mediático, su liderazgo televisivo son ya denominador
común en las páginas del automovilismo. Hay una derivada simbólica, sociológica,
menos tratada pero imparable: su contribución a la universalización de Asturias.
La Fórmula 1 ha adoptado como
propios los símbolos del Principado. La marea azul del alonsismo es ya tsumani
de grado máximo y cabalga sobre la bandera y el himno de esta tierra, la de
Alonso, como emblemas.
Fernando Alonso hace gala de
asturiano en su casco, sobre el que lleva grabada la bandera. Por mimetismo -o
coincidencia con los colores de su escudería, la francesa Renault- ha
contribuido a regionalizar la Fórmula 1 en un fenómeno sin precedentes.
El pasado fin de semana, en el
circuito de Cataluña, sólo dos escoceses con faldas y a lo loco, seguidores de
Coulthard, ponían la nota local. Lo demás, abrumadora soberanía, banderas de
Asturias como capa, banderas de Asturias cubremochilas, banderas de Asturias,
gaiteros como flautistas de Hamelin con filas de seguidores, gaiteros modelo
para fotógrafos, pipas de sidra, disfraces de don Pelayo, camisetas con la Cruz
de la Victoria por delante o por detrás? Alonso ha colocado a Asturias en un
escaparate que jamás tuvo en su historia.
El predominio asturiano es
total. No existió más enseña el pasado fin de semana en Montmeló que la
asturiana. Apenas unas ikurriñas vascas y ninguna senyera catalana. Todo
blasones azules con la Cruz de la Victoria tatuada sobre la tela.
Fuente de información: lne