Detención de un presunto violador.

Susina

Habla el inmigrante que lo redujo:

«HÉROE? No sé lo que significa esa palabra», contesta con una mezcla de auténtica modestia y desconocimiento del idioma. «Sólo he ayudado a una persona normal, como otro podía haberlo hecho por mí». Pero lo cierto es que God Win Ufua (su nombre, en inglés, conjuga los términos Dios y ganar) es, desde el sábado, uno de esos héroes anónimos que pasean por la ciudad. Su intervención permitió a la policía detener a un hombre que, presuntamente, había violado a una mujer embarazada y que antes había acosado a otras dos.

Esa noche, este inmigrante nigeriano de 34 años salió de casa para comprar tabaco. Era tarde. Caminaba por la calle Armengual de la Mota cuando escuchó, a sus espaldas, a una chica que lo llamaba. Se cubría con una chaqueta, porque le habían roto la ropa interior y la camisa. «Se me acercó y vi que estaba llorando. Me dijo que un hombre que iba por delante la había violado», cuenta.

God Win llamó al joven, que se giró y se acercó a él en actitud desafiante. «Le pregunté: 'Oye, ¿es verdad que has violado a esta chica? Él me contestó que no, que estaba buscando su moto porque se la habían robado». En ese momento, dice, sólo pensó en retenerlo hasta que llegara la policía. «Lo cogí con fuerza por la chaqueta -prosigue- y llamé al 091 con mi teléfono móvil. Me dijo 'suéltame, suéltame', y yo le respondí que no hasta que apareciera la policía».

La víctima, una mujer boliviana de 37 años, embarazada de seis semanas, estaba junto a ellos, llorando. «Quiso darle una patada, de la rabia. Yo le decía 'Tranquila, tranquila, que ya viene la policía».

Las primeras patrullas llegaron en cuestión de minutos y detuvieron al presunto autor de la agresión sexual, A. M.F., de 30 años. «Los policías me dieron las gracias y me explicaron que ellos ahora podían investigar. Me tomaron los datos y me avisaron de que me iban a llamar para declarar», prosigue.

God Win regresó poco después a casa (sin tabaco). «Llegó contándome lo que le había pasado, emocionado», apunta ahora su pareja, una joven malagueña. «Yo le pregunté: '¿Tú sabes lo que has hecho? Es muy bonito. Otra persona a lo mejor pasa de largo, pero tú no'. Tiene mucho mérito, porque se jugó la vida; ese hombre podía haber tenido un arma blanca o una pistola».

Una persona pacífica

Ella lo define como una persona pacífica, que tiene muy buenos amigos y que ayuda a todo el que puede. God Win le quita hierro al asunto: «Yo sólo vi algo e intenté ayudar en lo que pude». Pero su gesto no se ha quedado ahí. «La chica nos telefoneó para darnos las gracias. Está muy afectada. Le hemos dicho que nos llame a cualquier hora para lo que necesite», asegura su novia.

La suya tampoco ha sido una vida fácil. God Win abandonó su Nigeria natal hace ocho años en busca de un sueño. Desembarcó en Tarifa y, de allí, al día siguiente, puso rumbo a Málaga. Pasó por distintos empleos hasta que ahorró lo suficiente para montar su propio negocio, un locutorio, pero no le fue bien. Ahora, se ha comprado una furgoneta para intentar abrirse camino en la publicidad o el reparto. «Cuando llama por teléfono y escuchan su voz, le responden que están buscando españoles», apostilla ella. Actualmente, God Win está en paro, pero sigue persiguiendo una oportunidad. Valor no le falta.

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No hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió