Viernes 8 de julio. Apenas son
las 10 de la mañana. Tola , haciendo gala de su carácter inquieto y fisgón ya
está recibiendo turistas en la parte baja del cercado de Santo Adriano. Bosteza
de vez en cuando y observa a una cicloturista que recorre la senda en compañía
de su perro. Su hermana Paca no da señales de vida hasta un rato después, a
pesar de que "se pasa el día durmiendo", comenta el cuidador de los animales,
Roberto García. Viene del cercado grande y se sienta. "Es vaga, no hay otra
palabra para describirla; aunque muy lista, con esa carita de cordero degollado
siempre manipula a su hermana, sólo le falta hablar", indica García mirando a
Tola que da vueltas junto al comedero, ansiosa por comer. Aún le quedan dos
horas.