Una cueva riosellana puede 
revelar el origen de la escritura. Rodrigo Balbín, catedrático de Prehistoria de 
la Universidad de Alcalá de Henares, ha terminado ya algunas de las 
investigaciones emprendidas después de la campaña arqueológica realizada el 
verano pasado en Tito Bustillo y las cuevas de su entorno. Una de las 
conclusiones, que publicará en una revista francesa, es la importancia de la 
gruta de La Lloseta. Una de las particularidades que destaca es la de los signos 
que aparecen en uno de los paneles de la cueva, trazos de dedos pareados que, 
para este experto, son "un sistema de comunicación". Balbín considera que ese 
panel de signos es "muy interesante". En su opinión, son "los sistemas gráficos 
del Paleolítico Superior" y servían "para contar cosas".