Estrabón, historiador griego que siguió de cerca las campañas romanas, presentaba a los astures como pueblos bárbaros y arcaicos, que se alimentaban buena parte del año de bellotas. Hoy sabemos que esa visión es parte de análisis caducos y ya desechados tras décadas de trabajo e investigación.

El proyecto museístico de Tito Bustillo estará terminado en primavera. Así lo aseguró ayer la consejera de Cultura, Ana Rosa Migoya, en la inauguración de la bolsa internacional de contratación turística que estos días se desarrolla en Llanes. El objetivo del Principado es licitar las obras antes de que termine el año. El pasado mes de diciembre, la consejería fijaba el otoño como horizonte para la contratación de las obras.

El Museo Etnográfico del Oriente de Asturias, en Porrúa (Llanes), ampliará sus instalaciones en próximas fechas, cinco años después de su inauguración. El proyecto de ampliación, que incluye cuatro construcciones, tiene un coste total de 800.000 euros. La dirección del centro museístico espera tener las futuras salas listas antes de 2008, año en que Porrúa se convertirá en «Pueblo cultural de Europa». Es el nuevo reto de la localidad, premio «Pueblo ejemplar» de Asturias el año pasado.

La braña de Aristébano se convierte cada año, el último domingo de julio, en sede de la vaqueirada. Congrega a cientos de personas que asisten a la tradicional boda vaqueira, en las proximidades de la capilla de la Divina Pastora, y al posterior festival. Pero, según afirma Manolo Linares, se podría hacer algo más.

El artista asturiano se trasladaba hace unos días a Aristébano, en el límite de los concejos de Valdés y Tineo, con un lienzo y sus pinceles. Allí, se dispuso a captar la braña como había hecho en varias ocasiones anteriores, con el grupo de casas en el horizonte y la colina.

Acercarse a pasear entre las callejuelas del asentamiento castreño del Chao San Martín evoca el recuerdo de los pobladores que se asentaron allá por el siglo IV antes de Jesucristo, en Grandas de Salime, fortificando lo que hoy se ha convertido en la mayor muestra de la cultura castreña en Asturias. Los testimonios de los historiadores remontan la historia del castro a antes de la época romana. En el siglo I, el Chao era el núcleo administrativo de la zona, donde se asentaban los dirigentes que controlaban el mercado del oro, pero a mediados del siglo II, los pobladores de este asentamiento se vieron obligados a abandonar el Chao debido a un movimiento sísmico que azotó la estabilidad del concejo.