CANGAS
DE ONÍS-PARQUE NACIONAL DE LOS PICOS DE EUROPA
Partimos de la explanada de La
Tiese, frente al algo La Ercina, esta vez rodeándolo por el margen izquierdo.
Sin ninguna dificultad encontraremos el camino que bordea la ladera meridional
del Pico Llucía y empieza a remontar la vega del Arroyo del Brazu. Vamos dejando
atrás las cabañas de varias brañas, todas ellas pegadas crípticamente a la peña.
Algunos tejos se agarran a grietas de la roca en lugares inverosímiles y a veces
constituyen excelentes cantaderos para chochines, petirrojos y pinzones. A
medida que nos alejamos del lago vamos pasando por continuas vaguadas( o jous)
en las que crecen brezos, tojos y escobas entre retazos de pastizal.
Por fin, alcanzamos un primer
collado que nos descubre un paisaje confuso de lomas verdes y riscos calizos que
impiden una visión amplia. A continuación, el descenso es suave en busca de la
majada de Bobias a través de un terreno ocupado por matorral bajo en el que
ramonean los rebaños de cabras. En realidad, éstas se dedican a arrancar las
ramitas de brezo que crecen al abrigo de las matas espinosas, ya que la excesiva
presión ganadera impide el desarrollo de un auténtico brezal. En los últimos
días de la primavera y al comienzo del verano, estas colinas rebosan alegría con
los cantos de las bisbitas alpino y las alondras.
La majada es una pradería
levemente inclinada cuyos pastos, intensamente consumidos por vacas, cabras y
ovejas, apenas levantan unos milímetros del
suelo.
Montones de troncos se dejan secar apilados contra los gruesos muros de las
cabañas antes de ser utilizados, entre otras cosas, para ahumar los famosos
quesos Gamonedo, típicos de este macizo del Cornión. También hay una fuente que
nos permite rellenar las cantimploras antes de afrontar la parte más dura de la
ruta.
Al salir de la majada el camino
cambia de ladera y serpentea por un suelo pedregoso, entre hayas dispersas.
Enseguida vuelve a bajar al lado de una pequeña pradera encharcada de origen
cárstico que recibe el nombre de Llaguiellu, de la que nace el arroyo de la
Güelga. El siguiente tramo, afortunadamente no muy largo, presenta un fuerte
desnivel que le ha valido el nombre de Las Reblagas. Recuperado el aliento,
seguimos subiendo de una forma mucho más progresiva a través de un paisaje
repetitivo de hoyos cársticos con poca vegetación aunque, eso sí, muy vistosa
gracias a las flores amarillas y rosadas de tojos y brezos y al colorido de las
gencianas, saxífragas, narcisos y orquídeas. En esta zona empiezan a
encontrarse campos de rocas que muestran lapiaces impresionantes, rocas que han
sido acanaladas por la acción disolvente del agua, que arrastra los carbonatos
de las calizas cuando éstos reaccionan con el dióxido de carbono del aire.
Revoloteando sobre estos pedregales es posible descubrir a la mariposa apolo,
todo un símbolo de nuestras montañas.
Una nueva subida en zig-zag por
una ladera muy empinada nos sitúa en lo alto del Collado del Jitu, a unos 1600
m, y frente a una vista grandiosa y espectacular del Macizo Central, donde
destacan las altas cumbres del Torre Cerredo y el Pico de los Cabrones así como
las angostas canales que ascienden entre las peñas. En este alto hay una mesa de
orientación con un esquema grabado que permite identificar los principales
relieves que abarca la vista. El camino gira hacia la izquierda para alcanzar
enseguida la verde pradería de Vega de Ario por la que corretean los confiados
y rechonchos acentores alpinos y de donde espantamos algún rebeco solitario. En
el extremo opuesto al que ocupan el puñado de cabañas de la vega se encuentra el
refugio de montaña, muy animado y concurrido en el verano, que constituye un
buen punto de partida para ascender al Jultayo (1935 m) y disfrutar de una
panorámica sobrecogedora de la garganta del Cares y Caín. También es posible
descender al desfiladero del Cares por un camino, señalado con las típicas
líneas blanca y amarilla pintadas aquí y allá en las peñas, que acaba por
enfrentarse a la Canal de Trea, tan empinada que se antoja imposible.
Por toda esta zona abundan las
simas profundas y de hecho en las proximidades de Ario se encuentra el llamado
Sistema del Jitu, una sima que se ha explorado hasta una profundidad de 1135 m.
No suponen ningún peligro cuando se siguen los caminos pero sí es conveniente
extremar las precauciones cuando la niebla confunde los contornos y los
senderos.
Lago la Ercina- Braña de
Bobias-Vega robles-Colado del Jitu-Vega de Ario
12 km ( i/ v)
Transporte recomendado: a pie.
Mejores épocas de visita: primavera, verano.
Dificultad de la ruta: muy alta.
Fuente de información:
Luis Frechilla García