Una larga recta nos conduce hasta las inmediaciones del
Faro de Peñas, un
edificio voluminoso y macizo, levantado a pocos pasos de acantilados que tienen
100 m de caída vertical. Desde aquí tenemos una vista magnífica de la rasa
costera, que alcanza su mayor amplitud ( unos 20 km ) en esta zona central de la
región.
La extensa planicie de prados verdes y amarillos que se domina desde
esta punto resulta, cuando menos, inusual en Asturias, a pesar de los numerosos
riachuelos que la surcan y le dan un aspecto ondulado. La mayor parte del
terreno llano de la rasa está ocupado por prados de siega y tierras de
labranza, mientras que las laderas empinadas de las vallinas aparecen tapizadas
de tojos y brezos y, a veces, conservan un pobre arbolado de robles y castaños.
La importancia de la agricultura y de la ganadería, hasta hace poco tiempo,
en esta parte de la marina se puede comprobar por lo excelentes ejemplos de
arquitectura tradicional que existen en las proximidades del Cabo Peñas.
Así, abundan los hórreos y las paneras que, a veces, aparecen alineados con la
vivienda constituyendo fotogénicas quintanas. Muchos de ellos llaman la atención
por el colorido casi extravagante de sus paredes y corredores.
Bordeando el cercado el faro,
nos acercamos al acantilado donde hay un bar-restaurante. Desde aquí
podemos iniciar un
recorrido circular siguiendo el perfil de la costa hacia el oeste por cualquiera
de los varios senderos que se encuentran. La vegetación del cabo, de escaso
porte a causa de su exposición a los vientos, no parece tan diversa e
interesante a priori como luego se demuestra. Básicamente, es un brezal-tojal
que se desarrolla sobre un suelo musgoso y en el que se dice que están
presentes todas las especies de brezos que crecen en Asturias. En las
proximidades de los empinadísimos cantiles se pueden encontrar plantas carnosas
y líquenes halófilos, adaptados a las condiciones de alta salinidad que imperan
en este medio debido a las miles de gotitas de agua que arrastran las brisas
marinas.
Frente al cabo sobresalen del mar varios islotes. El mayor de todos es la
isla La Herbosa, lugar de cría de una importante colonia de gaviota patiamarilla
y donde también nidifican el diminuto paíño atlántico y el cormorán moñudo. Así,
no es de extrañar que los barcos que surcan la zona vayan seguidos por un
séquito de gaviotas atentas a los más que posibles descartes pesqueros.
En nuestro paseo bordeando los precipicios del cabo llegaremos a una zona que
recibe el nombre de La Julia, donde hay un cercado con una antena. Desde aquí
podemos contemplar las playas rocosas de un tramo conocido como Les Talayes y,
mucho más lejos, en un entrante situado en la base del cabo, la playa de
Verdicio, muy interesante por sus dunas costeras. Luego la panorámica se pierde
hacia el oeste en un conjunto confuso de salientes costeros difuminados por la
calima. Por delante del cercado sale una pista que nos llevará de vuelta hacia
el faro.
Este breve recorrido por el Cabo de Peñas es excelente para observar la gran
cantidad de aves( como lavanderas, bisbitas, tarabillas, fringílidos etc.) que
utilizan los campos y los brezales para hacer un alto durante sus largos vuelos
migratorios. Además, nos permite asistir a la espectacular migración otoñal de
las aves (sobre todo marinas) que pasan frente a la costa cantábrica. En
septiembre y octubre, con la ayuda de unos prismáticos, podemos disfrutar de la
visión de miles de alcatraces que constantemente se lanzan a pescar en soberbios
picados. Otras especies (como las anátidas o las pardelas ) vuelan casi a ras
del agua por lo que son más difíciles de distinguir. En este sentido, es muy
recomendable un cabo cercano, próximo a Luanco, llamado La Punta la Vaca, desde
el cual se pueden observar las aves marinas más cerca, gracias tanto a que
vuelan más próximas a la costa como a que los acantilados son más bajos.
En Luanco se encuentra el Museo Marítimo de Asturias, una visita muy
aconsejable para completar nuestro conocimiento del litoral de la región, con
salas dedicadas a la historia de la navegación, la pesca tradicional o la
biología marina. También se exhiben algunas miniaturas de embarcaciones de las
que existe una importante tradición artesanal en el concejo. Asimismo, Luanco es
un buen lugar para pasear y probar las marañuelas, especialidad repostera de la
zona.
Faro de Peñas-La Julia-Faro de Peñas
3 km
Transporte recomendado:
a pie.
Mejores épocas de visita:
primavera, verano, otoño, invierno.
Dificultad de la ruta:
escasa.
Información: Luis Frechilla
García