El acceso de la mujer al mundo
laboral asturiano sigue ofreciendo luces y sombras, según los últimos datos del
Sistema de Información del Servicio Público de Empleo (SISPE). En los últimos
cuatro ejercicios, hay 2.020 mujeres menos apuntadas en las listas del paro, ya
que se ha pasado de las 37.595 de 2001 a las 35.574 que hay, de media, en lo que
va de año. En términos porcentuales, el descenso supone una caída del 5,4%.
Sin embargo, pese al recorte,
el paro femenino sigue siendo mucho mayor que el masculino: la falta de trabajo
afecta a 35.574 mujeres frente a 22.124 varones. Esta situación implica que las
desempleadas suponen el 61,65% del total de parados que hay en la región,
mientras que los varones representan el 38,35%. Es cierto que, a lo largo de
estos años, ambos datos se han ido recortando (en 2001, el porcentaje de paro
femenino ascendía al 65,43% y el masculino, al 34,57%). Sin embargo, el paro con
nombre de mujer no logra reducir ese 60% de representatividad sobre el paro
global. ¿Por qué?
Una de las primeras claves para
entender esta situación la ofrece la población activa, las personas con
dieciséis años o más que buscan empleo o ya lo tienen. A pesar de que hay muchas
menos mujeres que hombres en esta situación -183.300 frente a 265.100 varones-,
ellas han demostrado ser más animadas que los hombres a la hora de buscar un
trabajo. En estos cuatro años, 32.100 mujeres han decidido dar este salto
mientras que en el caso de los varones hubo 21.100. Por tanto, pese al descenso
del paro femenino, la alta incorporación de las mujeres al mercado laboral
vuelve a equilibrar la balanza y hace que su alta representatividad en el paro
regional se mantenga.
La preocupación por el elevado
desempleo femenino no es nueva. Mes tras mes, cuando se da a conocer
oficialmente la estadística del desempleo regional, los sindicatos UGT y CC OO
ponen de relieve ese dato: que las mujeres representan más del 60% del total de
parados que hay en el Principado. Desde 2001, esa tasa ha permanecido inmutable,
salvo en tres ocasiones: en febrero de 2002 descendió al 58,15%; en diciembre de
2003, al 59,49% y en diciembre de 2004 al 59,56%.
Ahora bien, lo que ha disparado
las alarmas de los representantes sindicales es que, en noviembre, de las 1.036
personas que se apuntaron a las listas del paro, 887 tenían nombre femenino, lo
que significa que ocho de cada diez nuevos desempleados fueron mujeres. Ambos
han reclamado «medidas de discriminación positiva» para garantizar la igualdad
en el acceso al mundo del trabajo, ya que la mujer, a su juicio, tiene mayores
dificultades para acceder por primera vez al mundo laboral y sufre, en mayor
medida, el paro de larga duración.
Esta petición coincide en el
tiempo con el mensaje lanzado por el presidente del Gobierno del Principado,
Vicente Álvarez Areces, en el Foro por la Industria, celebrado recientemente en
Oviedo. En la clausura del encuentro, Areces expresaba, ante empresarios y
representantes sindicales su preocupación por que las industrias de la región
«estén claramente dominadas por el género masculino, tanto en los puestos
directivos como en los oficios y ocupaciones de todo tipo», al mismo tiempo que
denunciaba las menores retribuciones de la mujer trabajadora respecto a los
hombres. Con el objetivo de poner fin a toda esta situación, Areces pidió a los
empresarios que den «un impulso femenino a la industria asturiana para que la
región pueda crecer en número de compañías y empleos».
La mayoría, en servicios
El Ejecutivo asturiano no es
ajeno al creciente interés de las mujeres por este sector, «caracterizado por un
empleo estable y de calidad», según los sindicatos. No en vano, las acciones
formativas de la Fundación Metal han crecido en dos años del 1% hasta el 3,5% y,
en la última campaña, más de medio millar de trabajadoras solicitaron
información.
Los datos saltan a la vista.
Según los últimos informes de la Encuesta de Población Activa (EPA) -el
parámetro existente para comparar el empleo en los países y las regiones de la
UE- el 87% de las mujeres trabaja en el sector servicios, una actividad en la
que suele predominar la temporalidad y el empleo precario. Por contra, sólo el
5,9% trabaja en la industria, el 5% en la agricultura y el 1,9% en la
construcción.
Fuente de información:
ElComercioDigital