Aunque con matices, la mayoría
de quienes participaron ayer en el arranque del Foro por la Industria
-plataforma de debate patrocinada por el Gobierno asturiano y los agentes
sociales- convinieron en que la época de la reconversión se cerró en Asturias,
en que el sector secundario regional, soporte del 27,7 por ciento del producto
interior bruto (PIB) y del 18,6 por ciento del empleo, está en un ciclo de
recuperación. Pero persisten «inconvenientes básicos», así calificados por el
diagnóstico que una consultoría ha hecho por encargo del Gobierno asturiano:
pese a que han mejorado en los últimos años, los niveles de absentismo laboral
son aún de los más elevados del país y también es «relativamente alta» la
conflictividad.
Es una opinión que compartió la
Federación Asturiana de Empresarios (FADE), defensora además de la tesis de que
los costes laborales también son altos, y discrepante de la que expusieron los
sindicatos UGT y CC OO. Todos ellos, en cambio, sí coincidieron con el
Principado en que la industria asturiana, huérfana por otro lado de una mayor
inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), debe apostar por
combinar la modernización y el crecimiento de sectores tradicionales (energía,
metal, agroalimentario...) y por explorar otros emergentes (nuevas tecnologías).
El presidente de Asturias,
Vicente Álvarez Areces, destacó la importante recuperación que ha experimentado
tanto la industria como el conjunto del sector productivo asturiano tras los
ajustes profundos, generalizados y simultáneos acometidos en los años 80 y 90,
pero advirtió también de la pervivencia de debilidades que hay que corregir. Y
ello desde la convicción, compartida por el consejero de Industria, Graciano
Torre, de que la industria tiene futuro en Asturias, debe y puede seguir con un
importante protagonismo,
Areces apuntó como
debilidades de la economía asturiana «la baja tasa de actividad, que se suma al
envejecimiento, la escasa inmigración y las prejubilaciones»; la escasa
inversión privada en innovación y desarrollo (inferior a la media española); y
la baja productividad, y apuntó la necesidad de crear «empleo estable y de
calidad»; mejorar la productividad y la competitividad para prevenir y evitar,
en su caso, potenciales riesgos de deslocalización industrial (marcha de
empresas a otros territorios); incorporar nuevos e innovadores productos y
servicios; ampliar mercados; que las pequeñas y medianas empresas reduzcan su
dependencia de los sectores matrices básicos; y una mayor utilización de la
tecnología de la información y de la comunicación, que en Asturias no llega a
dos tercios de la media de la UE.
El Presidente asturiano emplazó
a las multinacionales presentes en Asturias a que «asturianicen sus
concepciones» y «ayuden a modernizar el tejido» económico regional. Álvarez
Areces enfatizó que Asturias, excedentaria en energía, debe seguir potenciando
este sector, tanto con la proyectada planta regasificadora, los anunciados
ciclos combinados en perspectiva, las energías renovables y la imperiosa
necesidad, para que todo ello sea posible, de que se despeje como condición
«imprescindible» el futuro de los nuevos trazados de alta tensión Lada-Velilla y
Soto-Penagos.
Con la energía, Areces expresó
su confianza en las posibilidades de futuro de la siderurgia (debe actuar, dijo,
«como buque insignia que nos ayude a promover la innovación»), la metalmecánica
(«tiene un campo de actuación impresionante», sostuvo), la química («es un
sector que crece y se expansiona»), la agroalimentación y las nuevas tecnologías
de comunicación e información.
Fuente de información: lne