Lo de Asturias empieza a ser
una verdadera cruzada. ¿Seguirá vivo el espíritu de don Pelayo? Pablo Fernández
asegura con profusión de mayúsculas: "L´asturianu cunta con una academia,
L´Academia de la llingua asturiana, cunta con obres lliteraries n´esti idioma y
per grandes trabayos musicales. Amás nos colexios dase l´asignatura d´asturianu
en toos los cursos. Y el datu mas importante: l´asturianu ye mas antiguo que'l
castellan. Paezme a min que tu yes un putu babayu que fala de coses de les que
no tien ni puta idega, amás de ser un facha de mierda por despreciar la llingua
d´Asturies e intentar imponenos el castellan".
¿Por qué el asunto de las lenguas regionales genera tanta violencia? No trato de
imponer nada. El castellano se impone solo, como el inglés, como todos los
idiomas de comunicación internacional. No desprecio la lengua asturiana ni
ninguna otra. Todas son riqueza cultural. No soy un facha de mierda, aunque me
maravilla que esa expresión no tenga una equivalencia en asturiano. Ciertamente,
ignoro muchas cosas; desde luego, la literatura y los trabajos musicales en
lengua asturiana. Tengo dicho aquí que el castellano es cronológicamente el
último romance que apareció en las tierras de Hispania. Pero la antigüedad no es
ningún mérito ni ninguna ventaja en la fuerza de los idiomas. Soy consciente de
que, cuando se insulta, uno pierde un poco de razón.
Berto Curiosu me escribe
admonitorio: "Dexe usté en paz a la llingua asturiana y a tolos asturianos.
Demuestra una falta de respetu total y nun sae palabra de lo que diz. A ver si
van entendiendo d'una puñetera vez que la idea que tienen ustedes d'España nun
coincide pa nada cola de munchos ciudadanos que vivimos n'esti estáu".
Afortunadamente, digo yo.
José Joaquín Muñoz Osuna está
de acuerdo con el invento de asturtxales, ocurrente y sin malicia. En la misma
veta irónica me aporta don José Joaquín dos palabras que ha oído en el País
Vasco: gastolaris (= derrochones) y ahorralaris (= agarrados). Señala mi amable
comunicante que no hay por qué ofenderse con esos juegos de palabras. Por lo
menos a él no le ofenden, aunque lo intentan, cuando lo llaman "español". Añado
por mi cuenta que solo un español puede utilizar el epíteto de "español" como un
insulto.
José Luis Fernández López
(Gijón, Asturias) confiesa: "Llevo años escribiendo en los periódicos y riñendo
con mis paisanos asturtxales". Me avisa que los tales se caracterizan por "su
absoluta falta de sentido del humor". Es curioso, pero los asturianos que
conozco son todos muy bien humorados y tiernos. Hay uno, antiguo rector de
Oviedo, que siempre me llama como mis abuelos: Amandín. El diminutivo en -in es
ya una pieza del sentido del humor.
José Mª Navia-Osorio me corrige
mi expresión asturtxales. La verdad es que la inventé para la ocasión, un poco
en la línea de eutrapelia que sigo a menudo en este corralillo. Pues bien, don
José Mª me asegura que se dice mucho lo de astruchales con el mismo sentido de
los nacionalistas lingüísticos de Asturias. Me cuenta la famosa traducción que
hace el diccionario vernáculo de "campo magnético", nada menos que "prau que
atrapa". En la redacción de una Historia del Principado, a la hora de calificar
a don Pelayo como caudillo de la reconquista asturiana, lo dejaron así: "Pelayo
era el mandón". Don José Mª aporta una información interesante. Resulta que el
fundador del Partido Aragonés Regionalista era asturiano. Seguramente ─concluye
don José Mª─ ese dato tiene que ver con el parecido entre la llingua asturiana y
la fabla aragonesa.
Un asturiano que desea
permanecer anónimo, por temor a los exaltados, me indica que la llingua no está
unificada. Me cita un ejemplo liminar. En Navia la escalera se dice escaleira.
Pero a siete kilómetros de Navia, en Puerto de Vega, esa misma voz es escaliera.
Lo que más me llama la atención es que se tema la represalia de los "exaltados"
por el hecho de dar cuenta de esas minucias de la lengua asturiana. ¡Como si no
hubiera vacilaciones léxicas en otros idiomas!
Juan Andrade aporta una curiosa
pieza informativa. En Gijón han puesto un gran panel para aviso de turistas.
Incluye unos párrafos sobre la Historia de Gijón. Se escribe en dos lenguas:
asturiano e inglés. Comenta don Juan el aforismo griego: "Ni los dioses pueden
con la estupidez". Simplemente añado que algo así como el 80% de los turistas
foráneos que llegan a Gijón no saben ni inglés ni asturiano. Donosa manera de
derrochar los caudales públicos por parte de las autoridades locales.
Miguel Ángel San Nicolás
Collantes (Avilés) se introduce en la polémica de la lengua asturiana. "Le
garantizo que lo del [idioma] asturiano es un chanchullo. Es verdad que hay
Academia y que se publican muchos libros; o mejor dicho, que todo lo que se
escribe, se publica, pues lo paga la Consejería de Educación [.]. En los
institutos asturianos se ofrece la posibilidad de estudiar asturiano, pero sepa
que en competencia desleal con otras optativas como el alemán, y con la
consiguiente advertencia al alumnado: si eliges asturiano, aprobado general".
Confieso mi ignorancia. No sé cómo se dice "corrupción" en asturiano.
Jaime Lerner comenta: "Leopoldo
Alas, Clarín, tan asturiano como el que más, escribió La Regenta, una de las
mejores novelas españolas de todos los tiempos después del Quijote. Obra
asturiana hasta la médula ─y por eso tan española─, y no la escribió en bable,
si no en un excelso castellano". Suscribo el comentario de don Jaime. Rectifico
solo que Clarín nació en Zamora ("le nacieron", dijo él), donde su padre era
gobernador civil. Pero eso no quita para que sea un asturiano de pro. Añade don
Jaime que en su mocedad convivió con muchos inmigrantes españoles en Buenos
Aires. "Todos ellos, sin diferencias, me indujeron a mí, el joven judeo-indiano,
a amar a España y lo español". Es de suponer que muchos de ellos serían
asturianos.
Escrito por Amando de
Miguel
Fuente de información:
libertaddigital