El despegue turístico del
concejo de Llanes mantiene una historia paralela a la del incipiente desarrollo
del sector del camping. Corría la década de los sesenta del pasado siglo XX
cuando el primer turista plantó su tienda en el camping de Sorraos, situado
encima de la playa de Barro. Cuarenta años más tarde el Ayuntamiento pensó que
las parcelas destinadas a este tipo de industria eran excesivas y decidió
apostar con firmeza por la apertura de hoteles y casas rurales.
Incluso se valoró que los
apasionados del municipio a través de sucesivas estancias durante años en el
camping ya estaban en óptimas condiciones económicas para convertirse en
propietarios de un piso en la zona.
Como consecuencia de estos
razonamientos, al elaborar el último Plan General de Ordenación Urbana de Llanes,
a los propietarios de los campings se les ofreció un documento a la carta para
que abandonaran la actividad mediante calificaciones urbanísticas. El Brao, con
1.122 plazas, y Las Bárcenas, con 616, aceptaron el reto y en los terrenos aptos
con anterioridad para la acampada se están desarrollando ya actuaciones
urbanísticas mucho más productivas.
En la actualidad ocho campings
permanecen abiertos en el concejo pero, excepto tres de ellos, alcanzaron
calificaciones urbanísticas muy interesantes que les permitirían cesar en la
actividad en cualquier momento.
Sin control
Pese a las intenciones del
Consistorio llanisco de reconvertir el sector, el pasado verano quedó muy claro
la gran demanda de plazas de camping que existe en el municipio. De hecho, ante
la falta de parcelas en los establecimientos autorizados, los visitantes tomaron
por asalto varias fincas y resultó habitual contemplar la imagen de centenares
de tiendas situadas en la vega de la Portilla, la zona de Toró, las playas de
San Antolín y Cuevas del Mar e incluso en los aledaños del paseo de San Pedro.
Quienes hoy continúan
ejerciendo profesionalmente en el sector del camping en Llanes manifiestan que
ya no se puede vivir de recuerdos porque los tiempos han cambiado
sustancialmente. De hecho, la apuesta clara de futuro se orienta hacia la oferta
de bungalós con el inconveniente de que las disposiciones legales establecen que
el número de plazas en este segmento no puede superar el 25% de la ocupación del
camping.
Los bungalós
contribuyen a desestacionalizar el turismo porque son elementos que se pueden
alquilar durante todo el año y además ofrecen superiores comodidades para la
estancia.
Los precios diarios para estas
instalaciones oscilan entre cuarenta euros en temporada baja y noventa en
temporada alta.
Las autocaravanas
Otra tendencia de futuro para
el camping es la acogida de autocaravanas, aunque en Llanes más que una solución
parece que representan un problema. Los dueños de los campings mantienen una
guerra abierta contra este tipo de vehículos porque sólo utilizan el lugar de
acampada para cargar agua, electricidad y lavar la ropa en fechas puntuales
mientras que prefieren pernoctar en el exterior aunque el precio de estancia
diaria sólo sea de siete euros.
Bajo estos criterios, explican
que las autocaravanas pernoctan de forma ilegal en los aparcamiento de las
playas de Toró y San Antolín y en las cercanías del puerto pesquero de Llanes.
El principal inconveniente de estos vehículos lo sitúan en la incontrolada
evacuación posterior de basuras y residuos.
Nueva legislación
En relación a las nuevas
disposiciones legales, el gran quebradero de cabeza para propietarios y
usurarios del camping se sitúa en la utilización de instalaciones fijas,
auténticas casas estables que paradójicamente se las conoce como móviles. La ley
establece que no pueden superar el 40% de las plazas del camping y en algunos
establecimientos del concejo alcanzan casi el 90% del total.
En fechas recientes, Turismo
pasó inspecciones y observó multitud de irregularidades en este apartado que
deben ser subsanadas para la próxima campaña.
De cualquier forma, el concejo
de Llanes todavía cuenta con 6.128 plazas de acampada y los propietarios de los
camping no se atreven a establecer el perfil del cliente tipo. Los responsables
de estos alojamientos manifiestan que a sus establecimientos acude gente de
cualquier nivel económico, social y cultural, y sostienen que sigue siendo la
forma más barata de pasar las vacaciones. No obstante, la masiva llegada de
familias con niños está obligando a la especialización, centrada en ofrecer
actividades para los más pequeños.
Fuente de información:
ElComercioDigital