Fue y sigue siendo un símbolo y también una
forma de ver la vida. El hórreo, esa vieja arquitectura que
puebla los paisajes asturianos, tiene su origen en el Neolítico, cuando se
inició la revolución agrícola. Entonces, se utilizaban como almacén, pero su
uso fue cambiando con el paso de los años.
En Asturias hay referencias de hórreos en las
villas tardorromanas, pese a que no se conoce cómo era la estructura de
aquellos anteriores al siglo XV. Los expertos dibujan estas estructuras como
paredes entretejidas de varas, al estilo de 'graneros-cesto'.
El hórreo actual asturiano surge como una
necesidad. Xuacu López y Armando Graña, dos estudiosos del tema, han concluido
que esta construcción es para el Principado como «un invento» que recoge
tradiciones anteriores. Se trata de una construcción que se define por ser
eminentemente cuadrada -aquí ya se inician las diferencias- y estar soportada
por cuatro pegollos de piedra. Además, sus paredes son de tabla de madera y su
tejado está resuelto a cuatro aguas. Pero, siendo esta forma arquitectónica la
tradicional en la región, no es la única. Así, se puede hablar de dos estilos
de hórreo: la panera y el cabazo. Si el primero es una evolución del hórreo
más tímida, los cabazos son ya más diferentes por estar hechos de un material
completamente distinto: la piedra.
La panera es muy conocida en Asturias y su
nombre resuena en el ideario colectivo de la sociedad de la región. Considerada
como una evolución del hórreo, su estructura es rectangular -se utilizaba para
almacenar los frutos de las cosechas- y data de la primera mitad del siglo XVII.
Precisamente en las zonas más llanas de
Asturias, que concentran los terrenos de cultivos, es donde existen más
hórreos. Sólo en Villaviciosa se cuentan por miles y en toda Asturias, según
el experto en hórreos Xosé Nel, hay más de 15.000.
«En el siglo XVIII -explica el doctor en
arquitectura Xuan Pedrayes- había 50 hórreos en Villaviciosa, pese a que los
habitantes eran poco más de mil». Ello se explica porque existían muchos
rentistas que pagaban el arrendamiento de las tierras a los hidalgos en especie
y éstos las conservaban en los hórreos.
De conjuro en conjuro
Es por ello que estas edificaciones también
eran símbolo de riqueza. De hecho, en sus puertas solían dibujarse símbolos
del prerrománico que alejaban los malos augurios. «Se conjuraban casi todos los
hórreos para protegerlos de las malas acciones porque un robo, un rayo o una
mala cosecha podrían resultar muy perjudiciales», explica Pedrayes. Por esta
razón práctica, las construcciones empiezan a ornamentarse, pero,
posteriormente, la función meramente estética, sin alicientes de otro tipo,
cobra mayor importancia.
En Asturias se diferencian tres estilos
decorativos: el de Villaviciosa, el de Allande y el de Carreño. El primero
aparece en torno al siglo XIII y es considerado el medieval. En los hórreos
ornamentados bajo este estilo, destaca un elemento: la cruz de Alfonso II,
presente en casi todos los construcciones de Villaviciosa.
El estilo de Allande se desarrolla
eminentemente en el suroeste asturiano desde la segunda mitad del siglo XVIII.
Es una 'forma' más popular y ya bebe de tradiciones europeístas. El de
Carreño, por su parte, aparece por el mismo siglo y se caracteriza por apostar
por los detalles barrocos. Es mucho más cuidado.
Aunque se cree que es una arquitectura muy
cercana a Asturias y ligada a sus tradiciones, existen hórreos en Irán -que,
por cierto, son muy similares a los asturianos, tal y como reseña Pedrayes-,
Indonesia, Japón, Uganda, Etiopía, Chad, Suecia, Macedonia, Finlandia, y un
largo etcétera.
Son parte de Asturias, de su paisaje y también
de su paisanaje, pero su futuro no se vislumbra nada prometedor. Los expertos
señalan que se está invirtiendo muy poco en su proyección futura y que
dedicar fondos a su conservación ya no es suficiente. Se requiere más bien
más investigación para que evolucionen con las necesidades de la sociedad sin
desligarse de la historia.
Ahora, están proliferando nuevos usos para las
paneras ligados fundamentalmente a la evolución de la población.
Equilibrar la población
No obstante, según el experto Xuan Pedrayes,
su futuro pasa por equilibrar la población en la aldea, ya que esta
construcción nació como una forma más de organización en el campo y sin la
necesidad de ésta no habría tenido sentido práctico levantarla. «Es la
esencia de un pueblo agrario: el templo de la Asturias eterna», recuerda
Pedrayes.
Una esencia hecha símbolo en el subconsciente
colectivo asturiano y que Ortega y Gasset no dejó de plasmar en uno de sus
libros, tras recorrer los parajes asturianos: «El hórreo, menudo templo,
tosco, arcaico, de una religión muy vieja donde lo fuera todo el Dios que
asegura las cosechas», comentó en 1915 el erudito.