No era un aeródromo, pero se
parecía. El estadio del Ganzábal y su entorno acogieron ayer una exhibición de
paracaidismo y un simulacro de un rescate a cargo de la Patrulla Aérea de
Paracaidismo del Ejército del Aire (PAPEA), con base en Murcia, y del
Ochocientos Uno Escuadrón SAR -especialista en búsquedas y rescates- de
Mallorca. Previamente, los periplos en helicóptero por La Felguera, celebrados
para abrir boca, crearon una gran expectación.
La idea era cerrar la II Semana
de la Aeronáutica, en homenaje al piloto Jesús Fernández Duro, de manera
festiva. Y así fue. Poco antes del mediodía, decenas de niños del colegio
Eulalia Álvarez guardaban cola para disfrutar de su primer vuelo en helicóptero.
Había emoción entre el público y tensión entre los organizadores que no daban
abasto ante las constantes peticiones.
Finalmente, se hicieron cinco
viajes. 50 personas tuvieron el privilegio de ver Langreo a vista de pájaro.
Olaya Fernández, estudiante felguerina, fue una de ellas. «Ha sido muy
emocionante. Nos llevaron hasta Riaño y Sama. Al despegar lo pasé un poco mal...
te sube algo por el estómago, pero ha sido muy bonito verlo desde el aire»,
relataba al bajar.
Otros se quedaron con las
ganas, pero les compensó la exhibición de paracaidismo que hubo a continuación.
El campo del Ganzábal se llenó para la ocasión. Al parecer, había más gente que
cuando se disputa un partido. En el banquillo del campo, el coronel Roldán
Villén y el general Abos Coto. Los dos han sido los invitados de honor a los
actos de la II Semana de la Aeronáutica.
Dos testigos de color amarillo
que cayeron de un avión indicaron el inicio del espectáculo.A 2.000 metros de
altitud, cinco paracaidistas saltaron al vacío. En una caída libre que duró unos
segundos les dio tiempo para forma una estrella, luego se abrieron los
paracaídas y descendieron con acrobacias. Parecía que estuvieran haciendo surf.
Al posar los pies en el campo del Ganzábal, el público se deshizo en aplausos.
«Es una forma de quemar
adrenalina», decía al aterrizar el cabo José María Fernández. Lleva seis años
practicando el paracaidismo de exhibición. «Se vive con emoción, pero también
con tensión, porque se trata de hacerlo bien y habiendo oficiales mirando, más
aún», apuntó.
La sargento Morga participó en
la segunda exhibición. A sus espaldas lleva 450 saltos. «A estas alturas es algo
normal para nosotros. Al principio pasas miedo, pero luego llega un momento en
que necesitas saltar. Es una afición como otra cualquiera, que te tiene que
gustar». Y al público presente, también le gusto. Algunos hasta se fueron con
posters del Ejército del Aire.
Fuente de
información:ElComercioDigital