Sucedió lo que tenía que pasar.
El Sporting disputó un partido para el que no estaba preparado frente a un rival
vulgar, pero espoleado por la necesidad y las adversidades. El triunfo del
Almería fue lógico, sin que hubiera lugar a pensar en incentivos de terceros.
Marcelino se decidió por Rafa
en la portería, pero prefirió a Neru como compañero de Isma en el centro de la
defensa. Asimismo, optó por los 'Pablos' en las bandas, aunque el 'gallego'
salió en la izquierda y el vergadense, en la derecha. Por otro lado, encomendó
la misión de actuar como interiores a Bauzá y Javi Fuego, con Borreguero en el
banquillo inicialmente.
En el Almería, a Flores le
aumentaron los problemas, porque las pruebas a Sanhoun y Míchel resultaron
negativas y no pudieron ni estar en el banquillo.
El Almería intentó llevar la
iniciativa del partido, pero sin acercarse a Rafa. Los locales utilizaban un
4-2-3-1 teórico, pero pronto se transformó en un 4-1-4-1, con Lozano como único
pivote, al adelantarse algo Sisco, sin sacar provecho de la aptitud rematadora
de Iban Espadas, quien se situaba muy lejos del área gijonesa, casi a la par de
Sisco. Esta circunstancia permitía a los discípulos de Marcelino mantener un
tono de cierta tranquilidad. El partido discurría entre el nerviosismo local y
el conformismo visitante, sin que los porteros tuvieran que intervenir. O sea,
aburrimiento aliñado con un sol veraniego.
Las pérdidas de balón eran
increíbles y reiterativas, con ventajas para las defensas, mientras los porteros
eran espectadores de excepción. Los locales estaban perdidos en el ataque y los
gijoneses parecía que se dedicaban más a cubrir el expediente, con el ferviente
deseo de que llegue cuando antes el día 19, para olvidar una temporada que
parece haberse convertido en pesadilla.
Remate sin oposición
Luna rompió la monotonía. En
centro tan lejano como telegrafiado de Cervián llegó al jerezano, con despiste
de Neru en el marcaje, mientras que Rafa quedó a media salida, con la posición
perdida en el perfecto remate. La alegría se desbordó en la parroquia local con
el gol que parecía más propio de un entrenamiento.
El partido pareció entrar en
una fase de equilibrio, pero sin mordiente. Sólo Adorno le creaba alguna
complicación a Dorado, que tenía escaso apoyo de Pablo Álvarez en las funciones
de contención. El Almería, apretado por la necesidad, tenía más convicción en
sus acciones, pero le podía el nerviosismo, por una parte, y sus limitaciones,
por otra.
Tras el descanso, el Almería
salió más decidido, pero sin problemas para la zaga rojiblanca, porque los
intentos andaluces se difuminaban en el borde exterior del área.
Marcelino hizo cambios de todo.
Dio entrada a Arthuro, lo que modificó el sistema de juego. El brasileño
acompañó a Calandria en la zona de ataque y Bauzá pasó a la banda izquierda,
mientras que Pablo Álvarez se fue a la derecha.
El brasileño fue más
contundente en sus acciones ofensivas, con un par de disparos a la portería de
Valerio, con cierta intención de gol. De todas formas, los delanteros poco
podían hacer, porque el inconveniente estaba en el centro del campo, zona en la
que no se generaba juego, ni tampoco había llegada por las bandas. El técnico lo
intentó con la entrada de Borreguero, pero el problema era de mentalidad.
Después entró Juan, para ocupar la posición de Bauzá en la banda izquierda. Las
variaciones en el juego fueron mínimas, porque el partido siguió por los mismos
derroteros.
Luna animó un poco el partido
con sus caídas en las que no 'picó' el árbitro, quien tampoco vio punibilidad en
una de Adorno, que le costó la expulsión, al ver la segunda amonestación.
Paralelamente, Isma se lesionó, después de haber realizado los tres cambios, por
lo que ambos conjuntos disputaron los últimos diez minutos con diez jugadores.
Samuel tuvo que situarse de central, en una situación de emergencia.
El Sporting pudo empatar en el
tramo final, pero el disparo de Arthuro salió por encima del larguero, con un
evidente nerviosismo en las filas locales.
El partido no dio para más. Tal
y como se afrontó, sin una preparación adecuada y sin tensión, como bien dijo
Marcelino, ganó el que más lo necesitaba. Desde dentro se justifica la derrota.
Fuente de información:
ElComercioDigital