En su triunfal 'paseo' por el
campeonato del mundo, Fernando Alonso hizo escala ayer en el hipódromo de
Sultanahmet, en pleno casco antiguo de Estambul, para sumergirse de lleno en una
marea azul que lleva su nombre y que adquiere claros indicios de convertirse en
un maremoto que arrastra todo, incluida una ciudad, incluido él mismo.
Con la Mezquita Azul, el Museo
de Arte Islámico y Santa Sofía al fondo, las calles de la capital turca se
convirtieron por unas horas en un improvisado circuito que sirvió para que el
país recibiera calurosamente al piloto asturiano tres meses antes de que el
'circo' de la F-1 'aterrice', por primera vez en su historia, en Turquía.
El piloto ovetense, líder
incontestable del Mundial a sus 23 años y llamado por todos, ahora más que
nunca, a suceder a Schumacher, fue la gran estrella de la exhibición organizada
por la casa del rombo a los pies de algunos de los grandes tesoros de Estambul.
Sus siete vueltas al trazado,
levantado en apenas 24 horas -la colocación de todas las medidas de seguridad
exigidas por el Ayuntamiento de Estambul y por los propios responsables de
Renault obligó a cerrar al tráfico toda la zona-, de unos dos kilómetros de
longitud, hicieron vibrar a las 20.000 personas -según los datos facilitados por
la organización- que presenciaron en directo el espectáculo de las cuatro
ruedas.
Una cifra, en cualquier caso,
no comparable a la registrada en la exhibición ofrecida por Fernando, en mayo de
2003, en pleno paseo de La Castellana, donde se reunieron cerca de 100.000
aficionados, quizás en aquel momento todavía principiantes en las lides de la
F-1, pero que no ahorraron medios en desplegar toda una coreografía de loas a
este nuevo ídolo de mono azul, de largas patillas y que no juega en ningún
equipo de fútbol. De ahí, el interés, por ahora frustrado, de Asturias por traer
a su paisano más conocido a su tierra. De momento no será, pero ese deseo,
también expresado por los representantes del piloto, sigue todavía vigente y
probablemente se haga realidad en 2006.
Pero eso no significa que la
población turca se mantuviera indiferente. Al contrario. Como ya ocurrió en
Madrid, Moscú y Lyon, ayer también se desbordaron las dos tribunas habilitadas
para los invitados VIP, presididos por el alcalde de la ciudad, Kadir Topbas -a
quien el asturiano firmó un autógrafo en un casco de miniatura-. El resto de
asistentes se buscaron un lugar entre las vallas, donde no quedó ni un espacio
libre. Unos hacían equilibrio en las ramas de los árboles; otros se mantenían de
pie en las paradas del autobús...
'Joyas' deportivas
El asturiano se dio un baño de
masas ante una afición que, en su mayoría, no había visto nunca de cerca un
monoplaza. Después de un desfile de diez vehículos históricos de competición, de
entre 1898 y 2005, y de algunas otras 'joyas' como el primer Renault que
participó en un Mundial de F-1 o el Renault Alpine que se impuso en Le Mans en
1978, llegó el turno de Alonso.
Subido a un coche cabrio, desde
el que saludó a las miles de personas allí presentes, recorrió el circuito para
detectar los puntos complicados del recorrido, ante la histeria generalizada.
Después, cambió de vehículo y se subió al R25, el mismo, salvo por algunas
modificaciones, con el que corrió en Montmeló. Primero, para dar dos vueltas de
reconocimiento. Después, para hacer retumbar, de uno a otro extremo, la ciudad
con el sonido de su propulsor.
El trazado se encontraba
bastante bacheado y su asfalto presentaba un aspecto irregular, lo que hizo que
el ovetense no pisara a fondo el acelerador y que el velocímetro de su monoplaza
de 900 caballos no superara los 200 kilómetros por hora, cuando es capaz de
romper la barrera de los 300 sin esfuerzo. El piloto estuvo acompañado por 25 de
los mecánicos que le siguen por todos los circuitos del mundo, que transportaron
todo el material en tres camiones oficiales del equipo.
Tras su exhibición, el
asturiano quiso quitar importancia al arranque fulgurante de la escudería
francesa, para el que, dijo, «no hay secreto alguno». «Hemos hecho un gran
trabajo durante el invierno y hemos conseguido construir un coche ganador. Todo
está funcionando a la perfección. El equipo está fuerte y estamos confiados para
mantenernos en cabeza», se le escuchó decir a Alonso, que hoy viaja a Madrid
para participar en la gala de los Premios de Seguridad Vial de Renault y de la
Dirección General de Tráfico, antes de trasladarse, mañana, a Mónaco, escenario
de la próxima prueba de la Fórmula-1.
Fuente de información:
ElComercioDigital