La fiesta asturiana no fue
completa. Montmeló sigue resistiéndose, aunque a Fernando Alonso, que se sintió
como en casa en un circuito abarrotado hasta la bandera -115.900 personas-, le
supo a gloria, o sea, a triunfo. Abandona Barcelona aún más líder. De hecho
aventaja ya en 18 puntos a Jarno Trulli -que vive su segunda juventud a los
mandos del Toyota-, y, lo que es mejor, en 30 al 'coco' rojo. Un Michael
Schumacher en plena caída libre, sin freno -tampoco sin gomas, como quedó más
que evidente anteayer- y abandonado a su suerte por los dioses.
En una posición bien diferente
se encuentra el asturiano. Arropado como nunca, le ha cogido gusto a eso de
subirse al cajón: cinco carreras, cinco podios -tres de ellos, además, en lo más
alto-. Y, lo que es mejor, amenaza con continuar. Es el único piloto que ha
puntuado en todos los grandes premios este año. Y en esa regularidad, en
administrar esa ventaja, es donde radicará el éxito de la lucha por el título.
Y es que esa reflexión está en
la cabeza de todos, aunque no se diga. En las dos últimas carreras ha habido un
coche ganador, que no ha sido otro que el McLaren. Sin embargo, de los 20 puntos
en juego, 18 cayeron de lado del asturiano y sólo 10 del finlandés. Ya lo dijo
Fernando. «El nuevo sistema de puntuación premia más la regularidad que las
victorias», reflexionó el llamado, ahora más que nunca, a suceder al 'Kaisser'.
El éxito en la Fórmula-1 no es
tarea fácil ni cuestión de edad. Pero el alemán, vigente campeón del mundo, a
sus 36 años, casado y con dos hijos, y multimillonario declarado, se siente
acosado por una jauría de jóvenes, y algún que otro meritorio, encabezados por
el ovetense. Nadie ha podido con él desde la retirada de Mika Hakkinen. Ni
tampoco va a vender barata su piel. Pero esta temporada la llamada 'generación
de la playstation' -por su juventud y su afición a los videojuegos- se ha
atrevido a alzar la voz, y bien alto.
Salidas fulgurantes
Fernando, a su habilidad para
dejar boquiabiertos a todos sus rivales con fulgurantes salidas, competitividad
y hambre de triunfos, ha añadido ahora su tino para resolver los problemas que
se le presentan y no dejarse llevar por el ímpetu y la adrenalina. De hecho ya
ha comenzado a hacer números con la mentalidad de los campeones. Manda con
autoridad en la clasificación y cree que sus principales rivales en la
actualidad pueden ser precisamente sus grandes aliados. Le basta que su coche
acabe todas las carreras y no pierda comba en la evolución para continuar
abonado al podio, mientras el resto se tiran de los pelos y van trabajando para
él repartiéndose los puntos.
El finlandés, subcampeón en
2003, encarna la efectividad, la consistencia y la regularidad, al contrario que
su compañero Juan Pablo Montoya, 'Juancho', en entredicho por su bajo
rendimiento, pero, sobre todo, por las dudas que surgen sobre la forma de ser
del colombiano fuera de los circuitos. Todo lo contrario al finlandés, el último
gran exponente de un pequeño país sobrado de grandes pilotos, que parece más
preparado que nunca para doctorarse. Rápido, frío y calculador, 'Iceman' es otro
talento innato.
Al dúo se le ha incorporado un
tercer miembro, que ha pasado de ser un repudiado por parte Renault -que le
despidió a media temporada por «bajo rendimiento»- a ser ahora objeto de
alabanza generalizada por la crítica especializada. Jarno Trulli, que ha logrado
despojarse por fin de todos esos estereotipos que cargaba -un enemigo terrible,
pero sólo a una vuelta, un piloto muy irregular e inestable, el amigo de
Alonso...-, se ha afianzado a la estela del asturiano, en contra de los
vaticinios de muchos, y ha llevado a la escudería que le ha acogido con los
brazos abiertos, la japonesa Toyota, a sus máximos históricos.
Que Alonso, Raikkonen y Trulli
son buenos pilotos nadie lo duda. Pero, para demostrarlo, necesitan una buena
herramienta. Justo de lo que adolece este año Michael Schumacher. Cuatro
triunfos en cinco carreras hablan de un Renault que corre como el que más y se
rompe como el que menos, competitivo y fiable al máximo, muy regular, calzado,
además, con unos neumáticos Michelin impecables. Por su parte, McLaren ha vuelto
a brillar. Ya en Imola se vieron unas nuevas 'flechas de plata'. De hecho, Kimi
logró la 'pole' y salió como un tiro hasta que se vio obligado a abandonar por
un problema mecánico. La fiabilidad, o precisamente la falta de ella, ha sido su
gran quebradero de cabeza, pero los trabajos de las dos últimas semanas han dado
su fruto, como se pudo observar en Barcelona.
¿Y el TF 105? El primer Toyota
enteramente diseñado y construido bajo la supervisión de Paul Gascoine ha dado
el salto de calidad exigido desde el país del sol naciente -de hecho es de uno
los tres equipos con mayor presupuesto del 'circo', por encima, con mucho, del
de la escudería francesa-. No obstante, si se es objetivo, no constituye aún una
verdadera amenaza para ninguno de los dos, ni para Renault ni para McLaren.
Fuente de información:
ElComercioDigital