Después de pensarlo mucho he
decidido que el próximo Tour de Francia será mi última carrera como ciclista
profesional". Con esta medida declaración, pronunciada ayer en una
multitudinaria conferencia de prensa en Augusta (Georgia), Lance Armstrong, seis
veces campeón de la ronda francesa, empezó a escribir la última página de una
historia que ya le ha granjeado un lugar privilegiado en el olimpo de los
deportes.
Sereno y firme, sin perder un
ápice de ambición y hablando tanto de sueños como de hechos, el tejano atribuyó
su decisión a varios factores pero, ante todo, aseguró que se movía por una
razón personal: "Ha llegado el instante de no perderme momentos clave en la vida
de mis hijos", dijo el ciclista de 33 años, superviviente del cáncer y padre de
tres niños, Luke, de cuatro años y las gemelas Grace e Isabella, de tres.
El anuncio de Armstrong pone
fin al habitual runrún de especulaciones que rodea a un ciclista convertido en
estrella que había alcanzado un volumen ensordecedor desde que convocó la rueda
de prensa. Para seguir ésta en directo se acreditaron más de 500 periodistas,
mientras otros muchos medios europeos eran convocados a seguir la conferencia
por internet o por teléfono por su patrocinador, Discovery.
La comparecencia de Armstrong
acalló cualquier rumor sobre un posible matrimonio con la cantante Sheryl Crow
--con la que inició una relación tras separarse en febrero del 2003 de la madre
de sus hijos-- o incluso una candidatura del tejano a gobernador de su estado
natal. Tenía que hablar de algo más duro para él, para sus patrocinadores y sus
seguidores: la decisión de retirarse.
Esta decisión "es 100%
definitiva". No hay marcha atrás y el 24 de julio, "gane o pierda" en el Tour,
la bici dejará de ser un trabajo para este hombre que lleva dos décadas en el
deporte profesional.
Hubo quien se preguntó si lo
definitivo de la decisión no pesara demasiado a la hora de pedalear por el
séptimo Tour. Pero si algo transmitió ayer Armstrong fue deseo de coronarse por
última vez en los Campos Eliseos. "Este Tour va a ser diferente, pero para mi
ganar es una ambición y, diría también, parte de mi trabajo", dijo el ciclista,
que pidió a los periodistas que no utilicen el verbo "abandonar" al hablar de su
decisión. "Este sería el séptimo Tour, que sería diferente al primero, al
segundo o al sexto. Sería la continuación de un récord y no tendría el caché del
sexto, pero eso no importa. Sigo amando lo que hago, me mato seis horas en una
bici y cuando acabo, destrozado, sigo pensando que lo adoro. La pasión y el
deseo de ganar están ahí --dijo--. No quiero perder el séptimo, como tampoco
quería perder los otros seis, porque es duro ganar, pero más duro es perder".
También hubo quien se preguntó
si en su decisión ha pesado la sombra constante del dopaje o si el calor de los
focos que ha podido llegar a asfixiar. Armstrong lo negó. Y volvió a su hambre
de triunfo en el adiós. Porque quiere despedirse en la cumbre. "Siempre me ha
gustado ver a la gente que se va estando arriba", dijo el ciclista, que llegó a
citar a Michael Jordan. No criticó que el mítico jugador regresara a las canchas
tras retiradas que habrían sido gloriosas despedidas, pero dejó claro que él se
marcharía tras esa última canasta que da la victoria en el último minuto de
partido, o en ciclismo, de amarillo en París.
Fuente de información:
LaVozdeAsturias