Fernando Alonso no descansa.
Tras su brillante victoria del pasado domingo en Bahrein, rápido paso el lunes
por Suiza, el país de los relojes, para presentar un modelo de la marca que le
patrocina, y de ahí raudo a Barcelona, donde el martes tuvo que sustituir al
francés Frank Montagny. El piloto de pruebas del equipo Renault no pudo estar en
su jornada correspondientes y fueron requeridos los servicios del líder del
Mundial.
Trabajo extra para el
asturiano, que se subió al coche y efectuó casi ciento treinta giros al circuito
o, lo que es lo mismo, tuvo más de tres horas de trabajo sobre el R25. Marcó los
mejores cronos en las dos sesiones, mañana y tarde, y tras departir con los
ingenieros y mecánicos se fue a descansar. Ayer había que madrugar y el ovetense
estaba a primera hora en el circuito barcelonés para continuar probando
componentes de cara a las próximas citas del calendario: San Marino (24 de
abril) y España (8 de mayo).
Pruebas de neumáticos y algunas
evoluciones del motor, pero todo bajo el máximo secreto. De los primeros se
quiere confirmar su resistencia, y también los compuestos idóneos con los que
rodar en el circuito catalán en la carrera del Gran Premio de España. Sobre las
evoluciones de motor, ni pío.
El ovetense, infatigable, no
para ni cuando va en el monoplaza ni a pie. Cuando se detiene para que le
revisen el coche, Alonso se va raudo del box para que trabajen los ingenieros y
se refugia en el «motor home» (la casa camión) del equipo. Durante el corto
recorrido, apenas ochenta metros, decenas de aficionados le asaltan. Fernando no
se detiene. Sonríe y continúa caminando. «No puede pararse, sería el colapso»,
comenta un miembro de su equipo. Cosas de la gloria. Mirando para todos, pero
sin ver en particular a nadie. Ningún afortunado pudo ayer presumir de haberse
hecho una foto con el piloto líder del Campeonato del Mundo de Fórmula 1. Pero
los incondicionales continúan a pie de autobús para aunque sólo sea verle pasar.
Una ligera comida en el autobús
y vuelta al tajo. De regreso, el mismo ajetreo. «Fernando, por favor, un
autógrafo», grita una joven aficionada con bandera, foto y gorra de su ídolo. Un
amigo con cámara digital dispara. Tuvo suerte. Aunque al paso, «cazó» al «Nano».
Los aficionados corren para verle salir de nuevo a la pista a los mandos de su
R25. Ruido. Alonso vuelve al trabajo: vueltas y más vueltas para que nada quede
al azar. Sin descanso.
Fuente de información: lne