La ilusión del aficionado
sportinguista es casi la misma que tienen ahora mismo los jugadores en el
vestuario. El merecido triunfo ante el Elche en El Molinón ha servido para
reafirmar al Sporting como uno de los mejores conjuntos en campo propio -acumula
cinco victorias consecutivas y seis en las siete últimas jornadas-. El idilio
que viven los rojiblancos también se nota en la plantilla, que quiere reafirmar
en el próximo duelo liguero ante el Valladolid su conexión con los seguidores:
«En la mente de todos está luchar para dar a la afición una alegría que les
quite su decepción de Salamanca».
La buena racha como locales
también abre las esperanzas, pese a que las estadísticas dejan bien a las claras
que los rojiblancos pierden toda eficacia lejos del municipal gijonés -no ganan
desde finales del mes de diciembre-. Sea como sea, el Sporting retoma esta
mañana los entrenamientos con la esperanza de dar el domingo una satisfacción a
los más de 2.500 rojiblancos que se espera pueblen las gradas de Zorrilla.
Quiere enderezar su rumbo a domicilio y reconciliarse de una vez por todas con
los suyos.
Una victoria ante el conjunto
pucelano concedería un plus de continuidad al juego del equipo lejos de El
Molinón, que, lamentablemente, no viene acompañado por los buenos resultados.
«¿Explicación? No la sé. Tenemos menos llegada que en casa, pero, además, nos
falta ese punto de fortuna necesario para ganar», dijo ayer Marcelino, que
mantiene la compostura habitual, quizás porque, como veterano, sabe que el
fútbol bebe de muchas situaciones y estados de ánimo, y que enumeró y analizó
uno a uno los partidos en los que, pese a los numerosos merecimientos, el
Sporting se vino de vacío porque «las cosas no nos salieron».
Fiel a su sistema -«no
cambiamos el estilo ni la idea cuando jugamos fuera, sino que lo hacemos de una
forma similar, intentando presionar en campo contrario»-, a Marcelino García ni
se le pasa por la cabeza modificar su planteamiento pese a la trascendencia del
compromiso de Valladolid porque «se podría hacer un equipo más defensivo,
acumulando más hombres en la defensa y en el centro del campo y quitando un
delantero, pero nunca más ofensivo».
Pese a todo, no detecta un
vestuario demasiado relajado ni escaso de moral. Al contrario. «No falta
confianza, pero quizás sí un mayor convencimiento cuando jugamos fuera de casa,
producto de lo que se origina en el entorno de los propios futbolistas». «Cuando
en ciertas fases de la temporada las cosas nos han salido mal, el equipo ha
tenido poco carácter para cambiar la situación porque no hay muchos jugadores
con estas características y, además, algunos estaban lesionados», apuntilló el
técnico.
Un triunfo en Valladolid
«seguro que aumentará nuestra convicción». Un rival que, como los gijoneses, se
está jugando sus últimas opciones, «que son pocas», para colarse entre los tres
mejores de la categoría. Y un partido que, en opinión del de Careñes, «se
decantará por un detalle porque la igualdad entre los dos equipos va existir».
Mientras el bajo rendimiento
del Sporting a domicilio continúa retumbando en su cabeza, Marcelino, con
lógica, sigue rehuyendo todo tipo de cábalas y cálculos que tienen al ascenso
como tema principal. «No vamos a pensar más allá de la victoria del domingo
porque no nos conduciría a nada ya que está muy lejos. De hecho, al Celta lo
considero ya equipo de Primera, y al Cádiz, casi. Por la plaza restante luchan
muchísimos equipos», señaló, al tiempo que asumía que, aunque queda mucha
competición y muchas cosas pueden pasar, «tienen una diferencia abismal en
relación a nosotros».
Pero la ilusión, real o no, ya
se ha calado entre los aficionados rojiblancos, pese a ser conscientes de que el
ascenso, hoy por hoy, es una meta con tintes heroicos. «Yo también estoy
ilusionado con el equipo y los jugadores, con su forma de ser, con el hecho de
quedar lo más arriba posible. Lograr la tercera posición sería ya la locura pero
nos queda muy lejos».
Fuente de información:
ElComercioDigital