El asturiano consolida con su
tercer puesto su candidatura al título mundial tras una larga y espectacular
remontada Fisichella ganó, 'Schumi' se retiró y McLaren decepcionó.
El primer gran premio de la
temporada fue, sin duda, mucho más emocionante de lo que se esperaba y confirmó
algo que ya se intuía: Renault y sus pilotos, Fisichella y Alonso, son claros
aspirantes a la victoria final en el Mundial 2005, después de ocupar en
Melbourne la primera y la tercera posición del podio, aunque, de no ser por
Barrichello, bien pudo haber sido un doblete.
Las decepciones tuvieron dos
nombres propios. Por una parte las prestaciones de los McLaren y, por otra, la
actuación de Michael Schumacher, que acabó sin puntuar, y eso que en Ferrari se
optó por cambiar el motor del alemán tras la segunda calificación, que no llegó
a completar.
Salvo el primer puesto de
Giancarlo Fisichella, la segunda y tercera posiciones fueron las mismas que el
año pasado, con Rubens Barrichello y Fernando Alonso en el podio. El asturiano
protagonizó una espectacular carrera, sobre todo teniendo en cuenta que tomó la
salida desde el decimotercer lugar. Además, marcó la vuelta rápida en carrera
-giro 24 en 1:25.683-, su segunda en la F-1 -la primera fue en Canadá 2003-. Un
resultado que confirma que, por el momento, Renault es el mejor equipo del
Mundial y que lo ocurrido durante las pruebas invernales no fue un simple
espejismo.
La victoria del italiano era
previsible, después de que confirmara, previamente, en la segunda calificación,
su mejor tiempo del sábado, lo que le permitió salir desde la 'pole' junto al
también italiano Jarno Trulli y su Toyota. Desde la prueba de Brasil de 1984 no
se veía a dos italianos en la primera fila. En aquella ocasión también con un
motor Renault, pero en el Lotus de Elio De Angelis, que daba paso al Ferrari de
Michele Alboreto.
La gran sorpresa de la carrera
la dio el heptacampeón Michael Schumacher, que se retiró al ser embestido por
Nick Heidfeld (Williams BMW) y culminar un fin de semana aciago para el germano.
Desde luego, no fue un gran día para Ferrari, que no pudo repetir la victoria de
2004 en este mismo circuito.
Una extraña calificación
Con la nueva normativa, los
pilotos tienen que disputar una segunda sesión de calificación el domingo, de 10
a 11 de la mañana, tras la cual se suman las dos cronos para conformar la
parrilla. La lluvia caída el sábado permitió a Fisichella salir a rodar sin
ningún tipo de presión. Así, no sólo conservó el mejor tiempo que había marcado
el sábado, sino que consiguió además la segunda 'pole position' de su carrera.
A las dos de la tarde, hora
australiana (4 de la madrugada en España), se inició el campeonato más largo de
la historia de la F-1. Y lo hizo con banderas amarillas porque a Raikkonen se le
caló el motor en la salida -ahora son manuales, no automáticas como el año
pasado-. El finlandés, que estaba colocado décimo, tras ser empujado, tuvo que
partir desde los boxes.
Fisichella abordó la primera
curva sin problemas, seguido de Trulli, mientras que Coulthard superó a Webber y
Villeneuve y se situó tercero por delante de Webber y Heidfeld. El canadiense,
que era cuarto en la parrilla, bajó hasta el noveno lugar, justo por delante de
Alonso, que subió tres puestos y que incluso estuvo a punto de superar a
Barrichello, que salió undécimo.
El italiano de Renault comenzó
a marcar vueltas rápidas en carrera, separándose así de su más inmediato rival,
que era el sorprendente Trulli, que, no obstante, aguantaba el ritmo durante la
primera fase de la carrera sin aparentes problemas.
Por su parte, Fernando Alonso
luchaba por superar a Villeneuve. Lo conseguiría, pero después de dar 17 vueltas
y perder 25 segundos detrás del ex campeón del mundo, a quien rebasó en una
ocasión, siendo de nuevo adelantado por el piloto de Sauber. Cuando consiguió
deshacerse del 'tapón', era demasiado tarde para intentar ganar. Estaba a más de
medio minuto de Fisichella, pero le permitió ascender a la novena posición,
justo cuando el debutante Friesacher (Minardi) hizo su primera parada. Jarno
Trulli, que rodaba segundo, entró inmediatamente después, junto a Heidfeld y
Albers. El ovetense comenzó a marcar entonces vueltas rápidas. Su estrategia era
la correcta: recuperar posiciones y aprovechar que su repostaje se iba a
retrasar.
Primeras paradas
Tras la primera parada, la
situación cambió y benefició a aquellos que habían aguantado más en pista.
Fisichella seguía líder, pero con Coulthard a sus espaldas, al volante del Red
Bull -el Jaguar del año pasado ligeramente evolucionado-, seguido de Webber,
Barrichello, Montoya, Trulli y Alonso. El asturiano superó sin problemas a su
antiguo compañero en el mismo lugar que minutos antes había adelantado a
Villeneuve, la curva Clark, dedicada al campeón escocés de 1963 y 1965. Ese
adelantamiento llevó a Fernando a la sexta posición.
El único incidente serio en
carrera se produjo tras el repostaje de Schumacher, que fue embestido por su
compatriota Heidfeld. El piloto de Williams se quedó parado, pero el de Ferrari
mantuvo el motor en marcha y, tras ser empujado por los comisarios, regresó a
boxes con el coche dañado en la parte derecha y abandonó la carrera.
Alonso, al seguir sin entrar en
su box, ocupó la primera posición de la prueba australiana. Sabía que contaba
con una gran ventaja y que era la única forma de superar a alguno de los pilotos
que le precedían.
Tras firmar unos giros muy
rápidos entre la 42 y la 44, acumuló la ventaja necesaria para, tras repostar en
5,5 segundos, volver a la pista por delante de Coulthard y hacerse con la
tercera posición por detrás de Barrichello. Objetivo más que cumplido. Le
quedaba otra difícil tarea si quería hacer doblete y acompañar a Fisichella en
el podio. Pero Barrichello y su Ferrari aguantaron la presión.
Fuente de información:
ElComercioDigital