La voz superstición
procede del término latino super-stare, que significa "
estar sobre " y de superstes, " haber pasado sobre ",
" haber sobrevivido a ". Una superstición - según
definición de José Manuel Pedrosa - es una creencia
o rito sobreviviente de etapas culturales o de sistemas mágico-religiosos
del pasado y conocido o practicado por un grupo de personas al
margen de la religión y de la cultura oficial del tiempo
presente.
Las supersticiones
son creencias atávicas que viven dentro del sistema cultural
actual como eco o rastro de creencias vigentes en sistemas culturales
del pasado. Ellos explica que algunas supersticiones documentadas
en épocas muy antiguas y en culturas muy remotas, y hasta
extinguidas hace milenios, puedan seguir siendo asumidas o practicadas
en el mundo contemporáneo.
Aunque de ámbito
prácticamente universal, destacan por su arraigo en la
sociedad tradicional asturiana, la creencia en el mal de ojo,
en los poderes mágicos de las brujas, en las premoniciones,
augurios y presagios de muerte, en las visiones del " güerco
" o " doble " de la persona que va a morir, en
los aparecidos, fantasmas y almas en pena, en la "
huestía " o procesión nocturna de muertos,
en la piedra del rayo protectora contra las tormentas, en la piedra
de la culebra y sus poderes contra picaduras e infecciones, en
las yerbas y plantas de poderes mágicos, en los encantos
de la mañana de San Juan, en las culebras que maman a las
vacas y en los tesoros ocultos.
La Güestia
o Santa Compañía
Cuenta Aurelio
de Llano varias leyendas en torno a la Güestia o procesión
nocturna de muertos. En una de ellas narra como un hombre de la
braña de Rebellón, en Teberga, se tropezó
una noche con ella, recibiendo una bofetada de cada una de las
ánimas al tiempo que decían: " Andar de día
que la noche es mía ". Unos llevaban árboles,
otros portillas y otros mojones. Uno de ellos, que se presentó
como padrino del hombre, le explicó que iban a restituir
los árboles y portillas que habían robado, y a reponer
en su sitio los mojones que poco a poco habían desplazado
de las tierras colindantes.
La presencia del padrino entre las ánimas salvaba de la
muerte al que las encontraba, según se cuenta en ésta
y otras leyendas.
|