El cuélebre
es una serpiente alada que custodia tesoros y personajes encantados.
Vive en las simas, cuevas y fuentes de gran cavidad subterránea,
su aliento es fétido y venenoso y sus silbidos se oyen
a gran distancia. Ataca y devora a las personas y a los animales,
y sus escamass son tan duras que rechazan las balas. El cuélebre
crece incesantemente, y a medida que se va haciendo viejo sus
escamas se hacen más grandes y más duras, entonces
la tierra ya no basta para sostenerlo y tiene que partir hacia
la Mar Cuajada. Se dice que en el fondo de este mar hay montones
de riquezas, pero los hombres no pueden apoderarse de ellas por
causa de la vigilancia de los cuélebres.
El mito del
cuélebre es semejante al mito griego del dragón
que custodiaba las manzanas de oro del jardín de las Hespérides,
cuyo robo constituyó uno de los doce trabajos de hércules.
Asimismo, el vellocino de oro robado por los argonautas también
estaba custodiado por un terrible dragón cuyos ojos no
conocían el sueño. Jasón logró adormecerle
con el auxilio de los hechizos de su amiga, la poderosa maga Medea,
y matar al dragón.
Los dragones
y serpientes fabulosas constituyen un mito que se extiende por
todas las culturas de la tierra. El dragón es el guardián
de tesoros de oro y de sabiduría, cuya misión es
probar el valor del futuro héroe. Así en los relatos
bíblicos, como en las cosmologías y mitologías
de Babilonia, de Egipto, de la antigüedad grecorromana, de
los países escandinavos, celtas y germánicos, y
también en el extremo Oriente, China y Jspón. Mientras
que en las mitologías europeas se asocia la figura del
dragón con la encarnación del mal ( la palabra griega
drakos designa tanto al dragón como al demonio ), los dragones
orientales y asiáticos son considerados como animales sagrados,
dioses benefactores que rigen la lluvia, los vientos y cuidan
de las cosechas. Sus genes están en el origen de las grandes
dinastías imperiales, cuya divinidad se fundaba en la sangre
de dragón que corría por sus venas. Y en la India,
los dragones son los productores del soma, la bebida de la inmortalidad.
En Asturias,
el cuélebre ha dejado numerosas leyendas y algunos rastros
en la toponimia. Así, La Cueva del Cuélebre, en
Noriega
( Ribadesella ); las Cuevas del Cuélebre, en Mestas de
Con ( Cangas de Onís ), el Pozo del Cuélebre, en
Cuerres ( Cangas de Onís ), la Fuente'l Cuélebre,
en Intriago ( Cangas de Onís ), la Ramada del Cuélebre,
en Sobrefoz ( Ponga ) y en Pandefresnu ( Caso ); la Peña'l
Cuélebre, en Miera ( Salas ) o la braña de Valdecuélebre
( Somiedo ). Entre los relatos mitológicos, cabe destacar
la leyenda del culebrón del convento de Santo Domingo,
en Oviedo, que habitaba en una cueva detrás del convento
e iba devorando los frailes uno a uno, hasta que un fraile cocinero
le dio a comer un pan relleno de alfileres que le ocasionó
la muerte. Similares a ésta, se cuentan otras leyendas
tradicionales como la del cuélebre de Brañaseca
( Cudillero ), al que los vecinos tenían que alimentar
con borona y pan de centeno para que no devorase sus ganados y
al que finalmente dieron muerte arrojándole una piedra
calentada al rojo vivo, al grito de : ¡Abre la boca, culebrón,
que ahí te va el boroñón ¡. Otros cuélebres
asturianos fueron muertos por los vecinos de Perllunes ( Somiedo
), mediante una rueda de carro al rojo vivo; por los vecinos de
Biescas ( Calgas del Narcea ), con una rueda de carro al rojo
vivo; mientras al cuélebre que habitaba en una cueva de
Salinas ( Castrillón ) se le intentó dar muerte
de la misma forma, pero éste se arrojó al mar y
enfrió la piedra que había tragado. También
se cuentan numerosas leyendas acerca de cuélebres que salieron
volando en dirección al mar, pero quedaron enganchados
con sus enormes alas entre los árboles, donde murieron
de inanición dando espantosos bramidos. Así, por
ejemplo, los cuélebres que habitaban en sendas cuevas de
Casazorrina y Figares, en el concejo de Salas.
Distintas representaciones
de este animal mitológico en el arte asturiano pueden verse
en la sillería del coro de la Catedral de Oviedo, en la
iglesia de Santa María de Celón ( Allande ), en
la iglesia de San Emeterio de Sietes ( villaviciosa ), así
como en los escudos de armas del palacio de Mon ( San Martín
de Oscos ) y del linaje de Labra ( Cangas de Onís ) y en
algunos hórreos y paneras de estilo Villaviciosa, del siglo
XVI.
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