La asociación ecologista
Greenpeace ha denunciado a la empresa Río Narcea Gold Mines -propietaria de las
explotaciones de oro de El Valle-Boinás (Belmonte) y Carlés (Salas)- por un
«vertido de arsénico» en el Narcea. Según los ecologistas, los valores de este
metal detectados en el cauce «son 6,5 veces superiores» a los permitidos por la
legislación.
Por todo ello, Greenpeace ha
denunciado ante el Principado esta situación y le pide al Gobierno regional que
«haga cumplir la ley a la empresa, que ésta cese los vertidos tóxicos al río
Narcea y que lleve a cabo la descontaminación y remediación de los daños
ambientales causados».
Julio Barea, responsable de la
campaña de aguas de Greenpeace, explicó que los análisis efectuados por la
asociación se realizaron en el mes de octubre a la salida de la balsa de
decantación de la mina de oro de Carlés, «donde el río presenta un manto
blanquecino». Los resultados obtenidos tras las pruebas efectuadas dan que la
concentración del arsénico en esta zona «es de 334» partes por billón (ppb),
cuando los valores máximos autorizados son de cincuenta.
Además de estos datos,
Greenpeace hizo públicos otros «más alarmantes». Se trata de la concentración de
arsénico en sedimentos hallados fuera de la balsa de decantación. «Aquí nos dan
concentraciones miles de veces superiores a las permitidas», afirman desde el
colectivo.
Barea recuerda que en la
declaración de impacto ambiental de la mina de oro de Carlés aprobada por la
Consejería de Medio Ambiente se especifica «que si existiera una generación de
efectos ambientales negativos, por ejemplo, que afecten a la calidad del río
Narcea, esto será causa de la inmediata paralización de las acciones». Por ello,
Greenpeace exige que el Principado obligue a la empresa a cesar en su actividad.
Controles mensuales
Desde la empresa minera se
rechazan estas acusaciones. Fuentes de Río Narcea Gold Mines aseguran que
«cumplimos, con creces, todo lo que la ley nos exige» y recuerda que cada mes
son analizadas por un laboratorio «acreditado por la Confederación Hidrográfica
del Norte» la calidad de las aguas residuales producidas por esta explotación y
que son vertidas al Narcea.
El sistema de medición
utilizado por este laboratorio es muy simple: se introduce un dispositivo que
reacciona cuando la concentración de este metal tan contaminante es superior a
un determinado límite. «Tan sólo saltó la alarma en una ocasión, cuando se
detectaron 0,004 partes por millón. Y eso que lo máximo que se exige para
considerar potable el agua es de 0,050 partes», afirman desde la empresa minera.
Además del arsénico, en estos
controles mensuales se analizan las concentraciones de otros metales como
bismuto, cadmio o zinc.
La misma empresa asegura que
«cualquier concentración de arsénico en el río no proviene de nuestra mina» y
recuerda que el subuselo de la cuenca del Narcea «cuenta con concentraciones
elevadas de de este metal generados por la propia naturaleza».
Polémico reportaje
Los datos hechos públicos ayer
por Greenpeace se producen un día después de la emisión de un polémico reportaje
en Cuatro sobre las minas de oro de Asturias y el proyecto para explotar el de
Salave. En él se denunciaba que Río Narcea «no contaba con los permisos» para
realizar prospecciones en Tapia y que la empresa «vertía altas concentraciones
de arsénico». En el reportaje se entrevistó al presidente del Principado,
Vicente Álvarez Areces, quien aseguró que «mientras sea presidente, la empresa
no tendrá permisos para explotar Salave».
El polémico reportaje no sólo
ha causado malestar en la propia empresa, sino también entre los colectivos
ecologistas. En los foros de algunas de estas organizaciones (www.ecoloxista.org)
o de algunos ayuntamientos del Occidente, se acusaba ayer a Cuatro de emitir un
reportaje «poco objetivo».
Fuente de información:
ElComercioDigital