La violencia sexista parece
continuar siendo un problema privado y no público. Según Amnistía Internacional,
una de cada tres mujeres en el planeta es golpeada, obligada a tener relaciones
sexuales, sometida a otros tipos de abuso en algún momento de su vida a manos
del estado, miembros de su propia familia o conocidos. Una de cada tres son 1000
millones de mujeres, entre ellas con seguridad tu madre, tu hermana, prima o
vecina y, sin embargo, volteamos la cara cuando presenciamos algún tipo de
violencia y los gobernantes "cambian de tema" cuando se les pregunta, por
ejemplo, qué pasa en Ciudad Juárez con el asesinato de tantas mujeres. Parece
que se prefiere ocultar porque es un tema que debe de quedarse en casa y no
puede salir de las cuatro paredes.
La visibilidad del problema
Cuando algo no se muestra es
como si no existiera, por ello es urgente hacer visible la violencia y no
ocultarla más o darle la espalda.
Los titulares de los medios de
comunicación amarillista deberían de pensar cuánto daño hacen bajo el
sensacionalismo de "crimen pasional", disfrazando la realidad de un hecho. La
verdad es que una mujer fue víctima de violencia y asesinada la mayor de las
veces con brutalidad, pero se esconde la realidad porque vivimos en una sociedad
machista que no toma en serio el dolor femenino.
De igual forma pasa con las
guerras, las mujeres no sólo ven morir a sus familias sino que sin armas en las
manos para defenderse son víctimas de una guerra que ellas no iniciaron y además
muchas de las veces no desean. Las violan y matan, las utilizan como carne de
cañón y cuando se muestra el hecho noticioso, el rostro femenino es "sólo un
daño colateral". Nada prioritario.
Violencia sexual
Uno de los ejemplos más claros
de cómo la sociedad da la espalda a las mujeres es cuando se es víctima de una
violación. Los prejuicios sociales están por encima de los sentimientos de quien
ha sido víctima de un abuso sexual. En la mayoría de los casos las mujeres no
denuncian por miedo a que las juzguen, porque saben que no existe apoyo para
ellas, que la sociedad es misógina y porque las leyes están hechas por los
hombres.
Cuántos niños y niñas son
víctimas de abuso por su padre, tíos o abuelos, pero se prefiere callar y que
nadie se entere por el qué dirá la gente. Otra vez se les deja sol@s en las
manos de abusadores.
Los días de las abuelas
Es interesante observar que
aunque pasan los años, aunque existen nuevas leyes y aunque se habla de igualdad
entre los géneros, todo ese discurso se queda sólo en el papel. Por ejemplo, si
vemos a una pareja discutiendo en la calle y él la violenta, se piensa que es un
problema de dos. Y si estos gritos, golpes o abusos sexuales se llevan a cabo
dentro de una casa, en ese momento se convierte en una situación privada en la
que ni siquiera la policía se involucra porque son marido y mujer.
Esos tiempos de la abuelas
siguen siendo el día a día de muchas mujeres quienes deben de enfrentarse solas
a sus agresores porque además no tienen apoyos de los gobiernos ni de la
sociedad ya que hasta otras mujeres "juzgan a quien denuncia" como una que no
aguanta nada.
Es cierto que la violencia se
palpa cotidianamente en casi todas las actividades, los medios de comunicación,
la vida cotidiana está llena de violencia. Sin embargo, siempre la violencia
estará ejercida sobre personas más vulnerables como las mujeres quienes hasta el
momento no tienen igualdad de derechos en la práctica.
No dejemos solas a las mujeres.
No volteemos la cara ni demos la espalda al problema que enfrentan cientos de
millones de mujeres en el mundo. No lo ocultemos bajo titulares perversos ni
engaños. La violencia sexista debe denunciarse, debemos solidarizarnos con las
víctimas y no ser cómplices de los agresores.
Todos
los días NO A LA VIOLENCIA. No a las agresiones y no a las vejaciones
de las mujeres y de las niñas. Visualicemos la situación en beneficio de la
salud pública. La violencia sexista es un problema de tod@s.
Por Samantha Hernández
Periodista
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