En la fecha del 11 de Noviembre
se celebra con gran devoción en Asturias San Martín (obispo y confesor). San
Martín encontró en esa misma fecha en la localidad de Amiéns a un pordiosero sin
ropas, muerto de frío, que le pidió limosna. Como no tenía dinero, pero sintió
pena, con su espada rasgó la capa que llevaba para compartirla con aquel
mendigo. Aquella indisciplina motivó el castigo de sus superiores militares que
le condenaron a permanecer desnudo durante varios días y encadenado a un árbol.
Entonces se le apareció San Salvador que que en agradecimiento por su noble
gesto le premió con un tiempo excepcional que le quitará el frío. De ahí que se
hable, justo en estas fechas de bonanza (cuando se mata el cerdo) del veranín de
San Martín.
La matanza comienza, como
decimos, en esta fecha y está sometida a un gran protocolo. Dos semanas antes el
cerdo era cebado con castañas, y la jornada anterior se sometía a ayuno, para
aligerar las tripas una vez que se sacrificara el animal.
Se repartían las tareas entre
hombres y mujeres. El hombre hacía las que requerían más fuerza: matar, pelar,
colgar, abrir, desventrar y descuartizar al animal. Las mujeres por su parte,
recogían la sangre del cerdo (para hacer morcillas), limpiaban las tripas para
hacer las morcillas, picaban cebolla y la grasa para las mismas, manejaban la
máquina choricera, etc...
Por su parte también los niños
tenían participación en estas tareas tan comunitarias. Ellos avisaban al resto
de vecinos, amigos y parientes de la familia que mataba, que tras las tareas
eran convidados a degustar el adobo, la sopa de figadu y otros alimentos
tradicionales. También se manda la prueba a estos vecinos y amigos, que cuando
mataban también la remitían a quienes se la habían enviado.