El presidente ZP llegó en
helicóptero para vender un tren. El ferrocarril que permitirá salvar el Pajares
que aisla del mundo a Asturias y a su tierra leonesa. "Hoy es un día de gran
satisfacción para mí", dijo Zapatero en la carpa montada para acoger a los
invitados a la inauguración y donde se desarrolló la mayor parte del acto. Con
aire acondicionado y pincheo, y a salvo del sol inclemente que caía a plomo
desde primeras horas de la mañana. Por fuera, solo un pequeño recorrido a paso
ligero para la foto de rigor del presidente y la ministra subidos a la
gigantesca tuneladora y el saludo protocolario a los trabajadores.
Para llegar al escenario del
acontecimiento controles cada 30 metros y guardias civiles patrullando por todas
partes. "No se puede entrar hasta que pase el perro de La Moncloa", indicaba uno
de los responsables de seguridad a los periodistas, mientras en el interior de
la carpa el sabueso husmeaba centímetro a centímetro. La canallesca tiene que
madrugar para pasar el trámite de los credenciales, igual que los invitados, que
no se pudieron librar del consabido casco y chaleco reflectante, aunque en la
visita no se movió una piedra.
Entre los asistentes
asturianos, además del delegado del Gobierno, Antonio Trevín, nadie del PP,
Jesús Iglesias y Guillermo Ballina de IU, y muchos de la FSA, empezando por su
secretario general Javier Fernández, el senador José Antonio Alonso, la diputada
María Luisa Carcedo, el diputado regional Benjamín Gutiérrez, entre otros. Todos
con cara de circunstancias. Será por las sombras que amenazan la promesa de
suprimir el peaje del Huerna? ZP tampoco contribuyó a despejar la incógnita, no
se pudo hacer preguntas. El presidente estuvo muy solicitado, todos querían
hacerse una foto. Posó para todos y firmó multitud de autógrafos.
Fuente de información:
LaVozdeAsturias