La declaración de compromiso de
Woody Allen con Asturias, confirmada ayer en una nueva visita histórica para la
cultura regional, no puede quedar en el ámbito de un coloquio o un paseo por la
ciudad que en su día califico de "Príncipes". Uno de los cineastas que ya forma
parte de las páginas doradas del séptimo arte ha respondido sin reparos al reto
realizado desde la Fundación Príncipe de Asturias para abrir el denominado Filme
Center, un proyecto que tiene como principal objetivo convertir a Asturias en la
capital mundial del cine independiente, reto que el autor de Annie Hall ha
calificado de atrevido al ser una iniciativa desechada "en otros lugares del
mundo".
Que un intelectual de la talla
de Allen comprometa, incluso con la promesa de filmar en el Principado, su
capital cultural a un proyecto ofertado con valentía y ambición desde Asturias
debe, sin duda, de acogerse en la medida que merece: es un hecho de auténtica
relevancia, es un hito cultural para nuestra comunidad y es un éxito sin
paliativos de quienes han movido los hilos para hacerlo posible.
En principio hay que valorar el
origen de esta magnífica película . Woody Allen es Premio Príncipe de Asturias
de las Artes 2002, galardón que exhibe año tras año en Europa y, como estos
días, afortunadamente en Asturias. Este hecho no hace sino refrendar, una vez
más, el valor que poseen los galardones, desde hace ya muchos años referencia
universal de la cultura, la concordia, la tolerancia y la modernidad, conceptos
innegables a la hora de cuantificar una realidad que no tiene unidad de medida:
configuran el gran escaparate de Asturias en el mundo. La fotografía del genial
cineasta dialogando con la estatua que posee en Oviedo está dando hoy la vuelta
al mundo, y está datada y firmada en Asturias, cuestión que debe satisfacer
orgullos nobles.
Sin orden en prioridades,
una segunda realidad ineludible: el valor cultural del compromiso de Allen.
Asturias ha sido tradicionalmente cuna de talentos singulares, hombres que han
llevado a crear un ambiente general de sensibilidades especiales ante el arte,
ingrediente indispensable en una comunidad que pretenda estar en el mapa de la
modernidad y en el de una calidad de vida acorde con el tiempo que nos ha tocado
vivir. En ese mapa, después de 25 años, hay cientos de nombres que
potencialmente pueden sumarse al proyecto, ya realidad, de Asturias capital
cultural , iniciativa que comienza a dar sus frutos desde el talante de la
colaboración entre instituciones y administraciones con el único afán de
enriquecer una comunidad en un momento crucial de su historia. La visita de
Allen y sus consecuencias es una magnífica metáfora del deseo de todos los
asturianos.
Escrito por editorial
Fuente de información:
LaVozdeAsturias