La población asturiana seguirá
estancada otras tres décadas, el tiempo necesario para un recambio generacional.
Este es, al menos, el pronóstico realizado por expertos en materia demográfica
consultados por este periódico, que advirtieron de que el leve incremento
poblacional protagonizado en Asturias a lo largo del pasado año, cuando logró
incrementar su padrón en 743 personas, «es poco significativo» y no supone, «en
absoluto, un cambio de tendencia».
Tanto el director de la
Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), Ramiro Lomba,
como el profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo,
Isidro Sánchez Álvarez, consideran que es pronto para hablar de repuntes. De
hecho, ambos afirman que el comportamiento demográfico en Asturias, aunque
atenuado en lo que a crecimiento vegetativo negativo se refiere (diferencia
entre defunciones y nacimientos), «sigue siendo malo», ya que son muchas más las
personas que fallecen (unos 11.000 al año) que las que nacen (poco más de
7.000).
Según Sánchez Álvarez, coautor
del estudio 'Tendencias demográficas y planificación económica en el Principado
(1996-2026)', «habrá que esperar a otra nueva generación, es decir, unos 30
años, para comprobar si hay cambios». Hasta entonces, advierte, la población «se
mantendrá estancada, con pequeños crecimientos», como los registrados en los
últimos 3 años.
Este economista desconfía,
además, del efecto de la inmigración. Aunque se muestra sorprendido con la
subida de 2004, cuando el número de extranjeros creció en Asturias en 4.251
personas hasta alcanzar las 26.680, cree que el peso entre la población sigue
siendo «bajo». A diferencia de otras comunidades, donde una décima parte de sus
habitantes son extranjeros, en el Principado los inmigrantes apenas suponen un
2,5% del total. Esta tasa no logrará, en palabras del director del Sadei y del
profesor de Economía Aplicada, invertir la situación negativa que Asturias
arrastra desde 1975, cuando la balanza entre muertes y nacimientos empezó a ser
negativa.
Nulo dinamismo
Similar opinión mostró el
director del Centro de Información de Trabajadores Extranjeros (Cite) de
Comisiones Obreras. «¿A qué van a venir los inmigrantes a Asturias cuando los de
aquí se están yendo, por mucho que los políticos se nieguen a admitirlo?», se
preguntaba. Juan José Palacios opina que los últimos datos del Instituto
Nacional de Estadística (INE), que advierten de que Asturias es la comunidad con
menor crecimiento demográfico del país (subió apenas un 0,07%), «son un claro
reflejo del nulo dinamismo económico del Principado». La llegada de inmigrantes
a la región «se produce con cuenta gotas», lo que deja una balanza negativa, ya
que «son más los que se marchan que los que llegan», opina Palacios.
Pero en el Principado hay otra
desventaja y es que la mayor parte de los extranjeros trabajan en la economía
sumergida, bien en tareas domésticas o ejerciendo de cuidadores, principalmente
de personas mayores. Arturo Muñiz, presidente de la Asociación de Hostelería de
Gijón, confirma que en su sector no está actuando de punto de atracción, ya que
si bien el número de trabajadores inmigrantes «ha crecido, no lo está haciendo
al ritmo de otras regiones», donde tienen el mercado casi copado.
La situación de estancamiento
de la población preocupa también al sector empresarial. Su presidente, Severino
García Vigón, cree que los datos del INE «confirman la condición de población
envejecida, lo que implica mayores cargas sociales». Tampoco confía la
Federación de Empresarios en los efectos productivos de la inmigración, aún
escasa.
Fuente de información:
ElComercioDigital