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Tres papables que pasaron por Asturias
Enviado el Lunes, 18 abril a las 11:41:18 por lety

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Tres cardenales, aparte del asturiano Francisco Álvarez, de los que a partir de hoy se sentarán en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor de Pedro, han tenido nexos con Asturias. Son el colombiano Darío Castrillón, con orígenes en Boal; el dominicano Nicolás de Jesús López, muy vinculado a una familia de Villaviciosa y que repitió el viaje a Covadonga que en su día hiciera Juan XXIII antes de ser Papa, y el italiano Martini, premio «Príncipe de Asturias».

El dominicano Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo, de 69 años, está vinculado a las Comunidades Neocatecumenales de Kiko Argüello y tiene especial dedicación a los jóvenes. Hombre de carisma, es teológicamente conservador. Recientemente ha dado consignas firmes para expulsar de los seminarios a cualquier persona «que huela a homosexual, aunque sepa más que Aristóteles».

Además de los estudios eclesiásticos, se doctoró en Ciencias Sociales en la Universidad Pontificia de Santo Tomás, en Roma. También estudió en la Universidad Gregoriana. Habla italiano, inglés, alemán, portugués y latín.

Fue una de las personas que a más corta edad llegó al cardenalato, en 1991, cuando contaba solamente con 58 años, siendo desde entonces un firme candidato al Pontificado. Y valiéndose de su amistad con una familia villaviciosina enraizada en Santo Domingo, cuenta con el atractivo de haber querido conocer Asturias siguiendo los pasos de Juan XXIII, quien había visitado el santuario de Covadonga cuando era cardenal.

Nicolás de Jesús visitó el real sitio el 7 de mayo de 1996. Llegó a Covadonga acompañando a una peregrinación de la Orden de Malta, dijo misa en la gruta y recorrió la explanada. Y aunque era la primera vez que visitaba Asturias, dijo conocerla en profundidad debido a sus lecturas y a las referencias de los muchos emigrantes asturianos que residen en Santo Domingo. Por eso declaraba entonces a LA NUEVA ESPAÑA estar muy unido a los asturianos. Al día siguiente de su estancia, el cardenal dominicano acudió a visitar el monasterio cisterciense de Valdediós y la Catedral de Oviedo, en la que mantuvo un encuentro con Díaz Merchán.

El cardenal Nicolás de Jesús expresaba un ideal: que el Pontífice del nuevo milenio, éste en el que ya estamos inmersos, fuera un pastor en sintonía con los tiempos actuales, poniendo como referente de ello a Juan Pablo II. A pesar de sus citas continuas a la pobreza, Nicolás de Jesús López Rodríguez acabó en las revistas del corazón bautizando a las hijas gemelas de Julio Iglesias en la casa que posee en Santo Domingo el modista Óscar de la Renta.

Curiosa también resulta la visita del cardenal colombiano Darío Castrillón al concejo de Boal, en el que estuvo en dos ocasiones, una en febrero de 1984 y otra en 1991. Castrillón es prefecto de la Congregación para el Clero y presidente de la pontificia comisión Ecclesia Dei. A sus 75 años continúa siendo una persona muy influyente en la curia, y de ahí que su nombre surja cada vez que se habla de un Papa latinoamericano.

Darío Castrillón llegó a Oviedo en su primer viaje asturiano y preguntó si seguía existiendo un pueblo de Boal llamado Castrillón. Le dijeron que sí y momentos más tarde el obispo y su hermana, por entonces embajadora de Colombia en Hungría, tomaron un taxi que les condujo al lugar. Así es como Darío Castrillón Hoyos veía cumplido uno de los grandes sueños de su vida, conocer el lugar de sus raíces, la aldea de la que nueve generaciones antes, en el siglo XVI, habían partido sus ascendientes.

Después de 160 kilómetros a través de una carretera tortuosa, el entonces obispo de la diócesis colombiana de Pereira llegaba al Castrillón de su noble apellido. Sabía cosas remotísimas de sus antepasados y preguntó a unos niños en qué lugar había estado emplazado el castillo de Castrillón. Tenía noticias de que aproximadamente en 1560 tres hijos de Rodrigo Álvarez de Castrillón, destacado por sus grandes servicios al rey y señor del castillo, llamados Diego, Tomás y Melchor, se habían marchado a América, iniciándose así la rama familiar en aquel continente. Por indicación de algunos vecinos, Darío Castrillón y su hermana acabaron en casa de Horacio Fernández, un curioso de la historia local que pudo ponerlos en la buena pista.

Ya no quedaba nada de aquello, pero se los llevó a la casa que se levantó en el lugar en el que estuvo emplazado el castillo de sus antepasados, un sobrio torreón sobre el río Navia. Horacio Fernández conserva vivo con especial emoción aquel 12 de mayo de 1984 en que el ilustre visitante puso por primera vez los pies en el solar de sus antepasados. «Se emocionó cuando entramos en la casa y recuerdo que sus primeras palabras fueron: metro arriba o metro abajo, aquí nacieron mis antepasados, así que vamos a rezar una oración».

Darío Castrillón visitó la iglesia y recorrió todas las callejas del pueblo, admiró el paisaje, merendó en una casa y se tuvo que marchar con la pena de no tener tiempo para quedarse unos días en el pueblo. Al poco tiempo se recibía una carta del ahora cardenal para recordar el inolvidable viaje y rememorar en unas cuartillas una especie de canto al entorno que conoció en el pueblo «en las bellas montañas de Asturias, sobre una colina que emerge del valle estrecho por donde serpentea con su rico colorido de profundo verde azul el río Navia, llamado ahí río del Canto, se confunden con historia y con paisaje las ruinas del castillo de Castrillón...».

Su emoción no era pasajera, y en el año 1991 volvió al reencuentro con esa tierra y se enfrascó por unas horas en los libros parroquiales para seguir confirmando y complementando datos sobre sus orígenes asturianos.

El tercer cardenal que conoce Asturias es el arzobispo emérito de Milán, el jesuita Carlo María Martini. Recibió la ordenación episcopal cuando Juan Pablo II le confió la diócesis más popular del mundo, la de Milán. Fue rector del Pontificio Instituto Bíblico y es un auténtico especialista en Sagradas Escrituras. Tal vez esta afición es lo que le llevó a vivir en Jerusalén, una vez alcanzados los 75 años. Martini es hombre de una cultura y formación teológica que no se la discute ni el más enconado de sus enemigos. En principio, su nombre sería apoyado por aquellos cardenales que reclaman un mandato acorde con la primera etapa de Pablo VI y por quienes quieren una línea progresista. Pero Martini cuenta también con muchos adversarios. En Roma se comenta que muchos de sus colegas italianos y muchos miembros de la curia no le tienen simpatía. Por eso, sus partidarios tienen dos o tres nombres de repuesto para consensuar en el caso de que el ex prelado milanés no logre los votos requeridos.

Martini estuvo en Oviedo en octubre del año 2000 para recoger el premio «Príncipe de Asturias» de Ciencias Sociales. Mostró sus ansias renovadoras a favor de la ordenación sacerdotal de la mujer contra las tesis vaticanistas y se sintió comprensivo con la teología de la liberación. Destacó que era la primera ocasión que venía a Asturias, si bien conocía lugares de España relacionados con los grandes movimientos espirituales de ese gran país, con referencias expresas a Loyola, Santiago o Toledo. Y defendió, ante el auditorio del Campoamor, que la verdadera religión nunca puede conducir a la guerra.

Los tres han sonado como papables y en la semblanza de los tres hay un rincón para Asturias. Serán electores, harán historia y, quién sabe, el cónclave dirá si el próximo Papa ya estuvo en alguna ocasión al lado de la Santina.

Fuente de información: lne


 
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