En el presente año se cumple un
siglo de aplicación de nuevas normas estatales sobre turismo a fin de promover
la entrada de visitantes extranjeros en nuestro país. El «Noroeste» de Gijón de
hace cien años se quejaba de la falta de una promoción de nuestra región, al
tiempo que elogiaba las disposiciones adoptadas en Portugal en apoyo al sector
en forma de exenciones y gravámenes a la industria hostelera y de la regulación
en la construcción de hoteles y otros alojamientos en el país vecino. La
promoción y captación de turistas se movía en la Península, mientras que en el
ámbito regional se mantenía la atonía más absoluta quedando reducido nuestro
tirón turístico a Covadonga y los Picos de Europa con la caza, pesca y
montañismo.
En cuanto al turismo estacional
las playas de Gijón y Salinas disputaban la primacía del Cantábrico a La Coruña,
Santander y San Sebastián, y los balnearios de Las Caldas, Buyeres (Fuensanta) y
Borines albergaban su tradicional clientela. Otras localidades con aguas
termales como Lada, Fresnosa y Prelo recibían numerosos visitantes en los
primeros compases del siglo XX.
Creación de los comités de
turismo
En 1925, 20 años después de las
normas antes citadas, se constituirán los comités de Turismo a escala municipal
y regional. Asumirá la secretaría regional don Constantino Cabal, periodista y
folclorista prestigioso. Los comités supusieron un aldabonazo en toda la región
y marcó un nuevo tiempo en cuanto a proyectos y planes, malogrados en su mayoría
por la carencia de recursos ya que la guerra de África seguía desangrando la
economía estatal.
Inauguraciones
El 16 de mayo de 1926 se
inauguraba el hotel Valgrande en Pajares -casi un siglo después de abrirse los
accesos a la Meseta- que venía a cubrir una necesidad evidente de alojamiento en
la cima del puerto que tantos problemas originaba en época invernal.
Otro acontecimiento relevante
ocurría a finales de agosto de 1927 con la inauguración del mirador del Fito en
una zona turística privilegiada por la proximidad a Covadonga y los Picos. El
mirador había sido iniciativa del doctor Pimentel. Pachín de Melás relata cómo
se eligió su ubicación con ocasión de una excursión al Fito en la que
participaron el propio Pachín, Pimentel y otros amigos en una información
aportada por el club Alpino de Gijón. Fernando Vela describiría el lugar como
«púlpito para predicar a una asamblea de montañas arrodilladas». Indudablemente
desde la óptica actual no parece relevante la construcción de un mirador, pero
en su época tuvo un gran impacto hasta el punto que según una estadística
oficial situaba al mirador del Fito como el tercer lugar más visitado después de
Covadonga y las cuevas de Candamo.
En 1930 el Patronato Nacional
de Turismo diseñaba un tren turístico por España que incluía información
cultural, costumbres y folclore, etcétera de varias regiones. Asturias una vez
más quedaba fuera de la promoción turística nacional. Se alzaron protestas en la
prensa regional ante una discriminación evidente (curiosamente el primer tren
turístico después de la guerra -finales de 1939- fue un Irún-Oviedo-Irún con
visitas al Oviedo destruido y el cinturón de hierro en Bilbao).
Otro acontecimiento
trascendente en nuestro turismo sería la inauguración del hotel Favila en
Covadonga, el 9 de agosto de 1931. Las obras se habían iniciado en 1918 y
sufrieron varios aplazamientos, entre 1926 y 1929 se paralizarían los trabajos
por falta de dinero y hasta una comisión compuesta por el magistral de Covadonga
y el doctor Somonte se desplazaría a Cuba, Puerto Rico y Argentina en busca de
fondos. Las aportaciones de nuestros emigrantes fueron importantes, pero
insuficientes y hubo que recurrir a un préstamos bancario por importe de 500.000
pesetas para rematar la obra.
Otro hito a destacar fue el
importante evento celebrado en Oviedo en marzo de 1932 con la inauguración del
Salón de Turismo Regional que incluía reproducciones de las cuevas de Candamo,
Pindal y Buxu, los monumentos más destacados, material etnográfico y los
paisajes más emblemáticos. Aurelio de Llano, delegado de Bellas Artes y miembro
de la Junta Provincial de Turismo, había sido su organizador. El Salón tuvo un
amplio eco como escaparate de nuestras atracciones turísticas, pero los
dramáticos sucesos de 1934 y 1936 frustrarían todos los proyectos y resultados.
Por último, en febrero de 1955
se daría otro paseo decisivo en nuestra política turística con la creación del I
Congreso para el Fomento del Turismo, siendo a la sazón director provincial
Fernández Sordo. Se debatieron 19 ponencias y se fijaron 131 conclusiones entre
las que figuraban el embellecimiento y limpieza de pueblos y villas, la mejora
en los servicios de restauración, el trato e información adecuado por las
fuerzas de orden público a los turistas... Representó un punto de inflexión en
el desarrollo de nuestro turismo al que seguirían las etapas de todos conocidas.
Por Pedro Rodríguez Cortés,
investigador en temática asturiana