Entre enero y febrero pasados
Pablo Pérez, médico de familia, trabajó un total de 25 días y llegó a acumular
15 contratos, además de otros ocho por realizar guardias en pediatría del
Hospital de Cabueñes, en Gijón. A pesar de que en los meses buenos realiza las
mismas o más horas de trabajo que un facultativo interino, cobra bastante menos.
Por no hablar si se compara con los que disponen de plaza en propiedad. En ese
caso, la distancia es mayor. Además, este médico carece de derecho a disfrutar
de vacaciones o de días de descanso. Su teléfono móvil es una especie de busca:
«Puede sonar en cualquier momento para decirme que tengo que ir a hacer hoy
mismo una sustitución».
Pablo Pérez es uno de tantos
médicos eventuales de Asturias, «los olvidados de la sanidad pública», apunta.
Desde hace algunas semanas, estos profesionales (asignados a sustituciones) se
han unido en una plataforma para luchar contra lo que consideran «unas
condiciones laborales indignas». Junto a Susana Mingotes, este facultativo
oficia de portavoz de los afectados, 150 profesionales que conforman las bolsas
de empleo de la red de Atención Primaria.
La situación de los médicos
eventuales es, según apuntan ambos representantes del colectivo, «de total
precariedad. Nos ofrecen contratos basura de un día y en sitios alejados, con
sueldos que apenas dan para pagar el transporte y el bocadillo». En zonas como
Ibias o Degaña, «hay compañeros que tienen que dormir en las camillas de los
centros » al no disponer de alojamiento o porque «no quieren perder tanto
dinero» y pagarse un hotel.
Rechazo a las sanciones
La gota que colmó el vaso llegó
las pasadas navidades, cuando el Servicio de Salud del Principado (Sespa)
sancionó a 12 facultativos que se negaron a aceptar sustituciones en Cangas del
Narcea. «No solo estamos abocados a la precariedad, sino que ahora nos quieren
penalizar si decimos que no cuando no nos conviene la oferta. ¿Hasta dónde
quieren atornillarnos», se pregunta Susana Mingotes.
Muchos eventuales llevan años
en estas condiciones. Pablo acumula tres de sustituto y Susana, seis. Pero hay
casos peores: «Tenemos compañeros que son eventuales desde hace más de 15 años».
Ser sustituto no sólo supone un handicap económico, sino también social y
familiar. «No puedes hacer planes. Estamos siempre pendientes del teléfono». Y
es que si rechazan una oferta o deciden cogerse unos días de vacaciones, no sólo
se arriesgan a ser sancionados, sino también a ser retirados de la bolsa de
trabajo.
La propuesta del Sespa para
paliar la falta de médicos eventuales en todas las áreas sanitarias pasa por
incentivar las sustituciones que se produzcan en zonas alejadas. El Sespa habla
de asignar un mayor número de puntos a quienes acepten trabajar en Cangas,
Jarrio o Ibias. Pero la oferta no convence al colectivo. «Queremos que nos
abonen las dietas como a cualquier trabajador o bien que nos ofrezcan contratos
de mayor duración».
Fuente de información:
ElComercioDigital