«Sabemos dónde se encuentra el
paraíso natural, podríamos situar su capital, pero, ¿su corazón?». El profesor
de la Escuela Universitaria de Turismo Jesús Rivas hace una propuesta para que
los viajeros puedan encontrar en el occidente asturiano ese corazón, en
Grandas de Salime y los Oscos. Rivas propone como alojamiento la Casona del
Bosque de Pumares, una antigua construcción del siglo XVII rehabilitada, a las
afueras de Santa Eulalia de Oscos.
Rivas nos sitúa en Vegadeo,
desde donde se llega al alto de la Garganta. Si el día esta despejado, es parada
obligatoria, ya que se puede divisar el mar. Ya en Santa Eulalia se recomienda
un paseo viendo la iglesia parroquial, y para la cena, La Cerca, donde, quienes
no respeten la vigilia, pueden degustar carnes a la brasa y alguno de sus
postres caseros, como la tarta de naranja. Al día siguiente, Rivas propone una
visita a Grandas de Salime, entrando en Galicia por Barbeitos (Lugo) y volviendo
a Asturias por el puerto del Acebo. Parada en Padraira, donde se levanta la
capilla de un antiguo hospital de leprosos, para disfrutar más adelante del
pueblo de Castro, y visitar el Castro del Chao de Samartín y el pueblo de Pelou.
Ya en Grandas, se puede visitar la iglesia parroquial de San Salvador, con
portada románica. El templo fue completamente remodelado y tiene en su interior
un retablo obra de Juan de Castro de dos pisos y ático, dividido en cinco
calles. Si se quiere ver, debe concertarse visita con el párroco o bien esperar
a las horas de culto: por semana, a las 8 de la tarde, los domingos, a la 1. A
la hora de comer, la Fonda Arraigada. La gastronomía típica gira en gran medida
en torno al cerdo. La tarde se puede dedicar al Museo Etnográfico, que en 1984
puso en marcha Pepe el Ferreiro, el cancerbero de la etnografía y tradiciones
populares. Tras acercarse al embalse, de vistas magníficas, se puede cenar en
restaurante La Parrilla, en Cereixeda (Grandas), donde hacen muy bien las fabes
con caza.
Para el tercer día, una opción
apetecible es la visita a la Casa-Museo del Marqués de Sargadelos, donde resulta
increíble la «forxa» (la fragua). En San Martín de Oscos se puede visitar el
palacio de Mon. Y en Villanueva de Oscos es impresionante el hermoso monasterio
levantado por los cistercienses. Comida en La Marquesita, en San Martín de Oscos,
y la cena en Casa Pedro, en Santalla.
El cuarto día, una ruta a pie
hasta la Cascada de Seimeira, de tres kilómetros aproximadamente, que comienza
en Pumares por una senda que va paralela al río Agüeira, donde se disfruta de
antiguas construcciones («corripas» y «cortines»). Con un salto de agua de 15 a
20 metros, es espectacular. Para el regreso, es imprescindible asomarse a la ría
del Eo desde Castropol y Figueras.
Fuente de información: Lne