Ante la presión que se nos
avecina con 18 complejos de golf-chalet y hotel de lujo, con uno de ellos ya en
construcción (Truyes-Corvera) y dos tramitándose su aprobación definitiva
(Palacio Nevares- Parres y Peroño-Gozon) y el resto gestionándose en los
despachos de Ayuntamientos y del Principado, ante el riesgo de que salgan una
gran parte de ellos adelante, al calor de la segundas residencias y los
pelotazos urbanísticos, hemos recopilado este resumen de impactos que esperemos
sean de vuestra utilidad.
Hay que darse cuenta que en
Asturias ya tenemos 11 campos de golf, de los cuales (Cuesta-Llanes, Berbes-Ribadesella,
Caldas-Uvieu, Llorea-Xixón, La Morgal-Llanera son municipales o públicos), este
es un datos curioso porque en España donde hay 310 campos de golf ahora, de los
que solo un 10% son públicos frente a nuestra realidad donde los públicos son un
60% y por supuestos su gestión es deficitaria, con lo cual el negocio del golf
es relativo.
No sabemos que los 9 campos de
golf que tenemos han hecho crecer alrededor de ellos un turismo de calidad, ni
generado cientos de empleo como nos quieren vender con los previstos.
IMPACTOS AMBIENTALES
a) Elevado consumo de suelo: un
campo de golf de 18 hoyos con un campo de prácticas necesita entre 30 y 50
hectáreas. A esto se une, cuando el campo de golf se asocia a una urbanización
residencial, el consumo de agua para el llenado de piscinas privadas y el riego
de jardines particulares., por supuesto también aumenta las necesidades suelo,
así se nos habla de complejos con 600, 100 y 200 hectáreas. Las modificaciones
previstas en la orografía y geología del terreno son difícilmente reversibles
descartando así la vuelta a los usos tradicionales tanto de las fincas incluidas
en el plan como de los terrenos circundantes.
De igual forma, este tipo de
infraestructuras privatizan y eliminan las fincas incluidas en el plan del uso y
disfrute de todos los ciudadanos al impedir el paseo y la circulación en
bicicleta.
b) El mejor emplazamiento para
los campos de golf se encuentra, evidentemente, en zonas naturales escasamente
urbanizadas o en zonas agrícolas.
Esto hace que generalmente se
localicen en las proximidades de espacios naturales protegidos (ya sea por la
normativa ambiental o por la planificación urbanística) y de zonas con una buena
calidad ambiental y con un nivel más o menos aceptable de conservación. Así
tenemos los ejemplos de los previstos en los Paisajes de Cabo Peñas, Cabo Vidio,
Punta de la Vaca, Puerto Vega, etc.
Esto supone, especialmente si
tenemos en cuenta que habitualmente los campos de golf se asocian a operaciones
inmobiliarias sin las cuales su rentabilidad y atractivo resultan dudosos, un
cerco a estos espacios naturales que poco a poco ven alteradas sus relaciones
ecosistémicas con su entorno.
c) El acondicionamiento del
terreno para instalar un campo de golf conlleva:
Tala de árboles y matorrales,
con pérdida de la riqueza y diversidad florística, que lleva implícita también
una merma importante en la cantidad y diversidad de la fauna presente en el
terreno original.
Modificación sustancial de la
estructura y de la microbiología del suelo, al sustituirse el terreno original
por una capa de grava destinada a favorecer el drenaje.
Modificación del drenaje
natural del terreno, que incrementa las escorrentías y reduce la capacidad de
retención de agua del subsuelo. Esto supone un despilfarro de agua ya que
generalmente no se da ningún tipo de aprovechamiento a estas aguas de
escorrentía.
La utilización de vegetación
alóctona, muchas veces artificial y/o genéticamente modificada, adecuada para la
competición pero que se enfrenta a la vegetación autóctona. De usarse vegetación
genéticamente modificada, entraría en cuestión con la declaración institucional
del gobierno asturiano como Región Libre de Transgénicos.
d) Uso intensivo de
fertilizantes químicos y no orgánicos, así como otros productos como
insecticidas, herbicidas y fungicidas. Esto da lugar a la posible de acuíferos y
aguas superficiales (nitrificación). Además, este tipo de sustancias pasan a la
cadena trófica y dañan también a la fauna de los alrededores de la instalación,
con lo que el efecto dañino va más allá de las lindes del campo.
e) Elevado consumo de agua
(entre 360.000 y 500.000 m3/año para un campo de 18 hoyos).El Campo de Deva de
Gijon consume el 1% del agua de la ciudad. El que casi todos este previstos
ubicarse en la marina asturiana, donde siempre hubo problemas de abastecimiento,
que con estos proyectos se verán agravados.
f) Acciones para evitar la
"molestia" que supone la fauna para la práctica del golf o para el buen
mantenimiento de las calles y los greens con abundante uso de topicidas.
Un argumento que utilizan los
promotores de campos de golf en Asturies es que mejoran el medio ambiente, pues
se mantienen "supuestas zonas verdes" en el litoral. Este argumento es
tremendamente falaz, pues la biodiversidad siempre será mayor y el
funcionamiento de nuestras praderías siempre será más natural que el de un campo
de golf, de donde desaparecerá no solo las plantas, árboles y arbustos.
IMPACTOS SOCIO-ECONÓMICOS
Al golf se le supone un
carácter dinamizador y diversificador de la actividad económica, y en concreto
de la "industria" turística y del sector de la construcción.
Así, se argumenta que el golf:
- Constituye, al menos en
teoría, un factor que incide positivamente en la diversificación de la oferta de
" playa", que ha constituido una de las base del sector turístico en Asturies,
como se puede apreciar en la zona de la marina.
- Factor para una relativa
desestacionalización del sector turístico, al concentrarse la demanda sobre todo
en temporada baja. La experiencia que tenemos con los 11 existentes es no viene
nadie a jugar de fuera a nuestros campos, a pesar de la espectacularidad de
algunos como el de la Cuesta-Llanes.
- Elevado poder adquisitivo y
nivel de gasto de los "turistas del golf", los numerosos campos existentes en la
región no han hecho aumentar ese turismo de calidad.
- Impulso al sector
inmobiliario. Ese si parece cierto viendo el interés por envolver las
urbanizaciones de chales y adosados con el campo de golf como señuelo
No obstante, la proliferación
de campos de golf forma parte de una estrategia de los promotores turísticos y
sobre todo ¡inmobiliarios! para la captación de lo que se ha dado en denominar
"turistas de calidad", eufemismo que esconde un modo de elitismo turístico,
deportivo y social, que pone los mejores espacios al servicio de unos pocos,
relegando al resto a ciudadanos de segunda categoría.
Pero, además, los nuevos campos
de golf que se pretenden instalar en Asturias, lo hacen todos asociada a la
urbanización residencial. Esto da lugar a la progresiva "privatización" del
campo de golf para los residentes (eventuales o permanentes) de esas promociones
inmobiliarias en las que el promotor suele ser el mismo que el que promueve el
campo de golf.
Bajo este modelo, al principio
un elevado porcentaje de los usuarios de los campos de golf son turistas o
visitantes, pero a medida que se consolida la urbanización esta relación se va
invirtiendo hasta llegar en la mayoría de los casos a la cesión del campo por
parte del promotor a los compradores de los inmuebles o intentar cederlo al
Ayuntamiento por sus perdidas para que como siempre se paguen con el dinero de
todos-as.
Además, es inherente a este
modelo, la consolidación de estas urbanizaciones como un mundo ajeno a su
entorno geográfico y social. Los diferentes servicios que necesitan los
residentes, en especial los comerciales, se localizan en el interior de las
urbanizaciones y son promovidas, por lo general por el mismo promotor del campo
de golf y del producto inmobiliario. De este modo, el impacto positivo del
modelo sobre la socioeconomía del municipio que lo acoge acaba siendo
prácticamente nulo.
Por otra parte, estas
urbanizaciones de segundas residencias suponen para los municipios en los que se
ubican una necesidad de incrementar notablemente una serie de servicios
municipales (recogida de R.S.U. abastecimiento y saneamiento de agua, alumbrado
público, etc.) cuya prestación puede acabar suponiendo una pesada carga para los
Ayuntamientos.
CONCLUSIONES
Como hemos visto los impactos
ambientales de los campos de golf son notables. Además de la pérdida de
biodiversidad que conllevan hay que insistir en el elevado consumo de agua y
territorio que suponen.
En el caso del consumo de
suelo, esto es especialmente grave en un territorio como el litoral donde una
multitud de usos compiten por un espacio ya tremendamente saturado y ocupado por
usos urbanos.
Es importante el caso del agua,
ya que en Asturies es un recurso limitado en la zona del litoral, donde siempre
se han producido mas problemas de desabastecimiento, especialmente cuando van a
venir una multitud de usos deportivos y de ocio, con un consumo creciente,
también entran en competencia por el uso de los recursos hídricos.
Por otra parte, la
proliferación del golf y de las urbanizaciones residenciales y promociones
turísticas asociadas, junto al tradicional turismo de playa, amenazan con
convertir la economía del litoral asturiano en un "monocultivo" turístico, lo
que supondría una gran incertidumbre económica de cara al futuro por las
fluctuaciones propias de un sector muy inestable en función de cuestiones de
carácter geopolítico y económico-social.
Por lo tanto, no se trata de
oponerse al desarrollo del sector turístico en general, ni al turismo del golf
en particular. De lo que se trataría sería de ordenar el sector en el marco de
una economía diversificada y teniendo en cuenta las limitaciones que impone la
escasez de suelos y la disponibilidad de recursos.
En definitiva se debe regular y
limitar la creación de campos de golf en el marco de la ordenación territorial y
no, como ocurre en la actualidad, en función de decisiones municipales que, casi
siempre en última instancia, responden a intereses especulativos de promotores
inmobiliarios a los que se suman los Ayuntamientos con una gran cortedad de
miras, que solo piensan en las compensaciones que reciben por las licencias de
obras y las compensaciones por las reclasificaciones.
Además sería imprescindible
regular mediante normativa del Principado la construcción y funcionamiento de
los campos de golf, para garantizar entre otros los siguientes aspectos:
- Reducción en el uso de
fertilizantes y plaguicidas.
- Minimización del impacto
ambiental de su construcción y mantenimiento.
- Respeto al paisaje.
-Minimización del consumo de
agua y obligatoriedad de consumir aguas residuales depuradas.
- Máximo respeto a la flora y
la fauna autóctona.
- Estudio conjunto de todas las
iniciativas y concentrarlas en aquellas zonas menos sensibles, donde las
agresiones mencionadas sean menores y valorándolas todas en su conjunto para
evaluar la demanda real. Como sugerencia proponemos desvincular los campos de
golf de las urbanizaciones para estimar la demanda real de los campos por
promotores y usuarios.
Por otra parte, serían precisos
estudios rigurosos destinados a evaluar el impacto ambiental, territorial y
socioeconómico de este tipo de instalaciones por comarcas o zonas, para tratar
de evaluar la capacidad máxima de acogida para estas instalaciones en los
diferentes ámbitos territoriales.
Coordinadora
Ecoloxista d'Asturies
Tfno.
629892624 www.ecoloxista.org