Aunque la Casa Real se esfuerza
por transmitir el carácter familiar y casi privado de la ceremonia de bautizo de
Leonor de Borbón, hija de los Príncipes de Asturias, lo cierto es que se van a
poner en juego una serie de símbolos tanto materiales como humanos que lo elevan
al máximo rango, a un acontecimiento de Estado. Nadie olvida que a quien se
cristiana este sábado en el palacio de la Zarzuela es a la primogénita de los
Príncipes de Asturias, segunda en la línea de sucesión al trono, después de don
Felipe. Es decir, la futura reina.
Uno de estos gestos va a ser la
pila bautismal utilizada, la de Santo Domingo de Guzmán, pieza del siglo XII
realizada con piedra blanca y adornos dorados que regresa a la Zarzuela después
de 38 años. El primer rey que se bautizó en ella fue Felipe IV. La última vez
que se usó fue para cristianar al príncipe Felipe, el 8 de febrero de 1968. Este
sábado le toca el turno a su hija, a partir de las 12.30 horas, en una ceremonia
oficiada por el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, que estará
asistido durante la misa por el arzobispo castrense, Francisco Pérez González.
Rouco Varela será el encargado de derramar el agua del Jordán (el río donde fue
bautizado Cristo) sobre la cabeza de un bebé que nació en la clínica Ruber el
pasado 31 de octubre.
Ocasión solemne
Otro símbolo también muy
visible son los padrinos, don Juan Carlos y doña Sofía. El Rey había sido
padrino del primogénito de los duques de Lugo, Felipe Juan Froilán, pero se
reservó el serlo junto a la Reina hasta que surgiese una ocasión tan solemne
como ésta. La tradición señala que los reyes, en pareja, sólo apadrinan a
futuros reyes.
A diferencia de su padre, quien
recibió en el bautismo los nombres de Felipe Juan Pablo y Alfonso de Todos los
Santos, Leonor de Borbón se llamará simplemente Leonor. Así lo han querido los
Príncipes de Asturias y así se hará. El Borbón con más nombres fue Fernando VII,
quien recibió nada menos que 23. No será, desde luego, el caso de hoy.
Fuente de información:
LaVozdeGalicia