Asturias perderá verde, cambiará de color
para hacerse más seca, elevará sus temperaturas, bajará sus reservas de agua.
Su paisaje se verá alterado, su línea de costa subirá un metro y decenas de
playas podrían desaparecer. El horizonte temporal de tan apocalíptico panorama
se sitúa a partir de 2070 y hasta 2100. Pero el proceso ya ha empezado. El
cambio climático es una realidad que transformará el Cantábrico en un lugar
cada vez más mediterráneo.
Ricardo Anadón, catedrático de Ecología de
la Facultad de Biológicas de la Universidad de Oviedo, desvela detalles de
cómo se alterará la región en los próximos años si no se detienen las
emisiones a la atmósfera que están detrás del cambio climático. El
especialista, uno de los autores del informe elaborado por el Ministerio de
Ambiente y hecho público el martes, aclara que toda la información que se
aporta a continuación son deducciones realizadas a partir de modelos
climáticos. «Yo no soy adivino», dice. Y añade que a esos datos habría que
sumar otros estudios aún no realizados.
LAS PLAYAS
Decenas están amenazadas
Un metro. El nivel del mar se elevará y, por
tanto, el espacio de arenal se verá reducido. ¿A cuántas playas asturianas
afectará? «A decenas», dice Anadón. Sin entrar en alarmismos falsos detalla
que en el Principado abundan las playas de acantilado, en las que esa elevación
del mar es insalvable, puesto que no hay espacio físico hacia donde pueda
crecer la playa en tierra firme.
A estas se suman las playas con 'acantilado'
artificial, es decir con muros como la de San Lorenzo, en Gijón, construidos
por obra humana. Sucede lo mismo. Perderán arena. «Puede que playas como las
de Ribadesella o Gijón se queden sin arena en marea baja», detalla Anadón,
para referirse después a la misma amenaza en referencia a las arenas blancas de
Llanes y los pedreros occidentales. El nivel del Cantábrico ya se ha elevado 30
centímetros y el crecimiento futuro será exponencial. Sólo los arenales con
dunas y sin barreras a sus espaldas podrán trasladarse tierra adentro. Xagó es
un buen ejemplo.
¿Hay alguna forma de detener esta dinámica?
Parar el efecto invernadero es la única solución, porque, a decir de Ricardo
Anadón, los diques podrían ser una vía para evitar que las aguas se acerquen
a la tierra, pero lógicamente no se puede llenar la costa de estas
construcciones. Además, suponen un gasto energético muy fuerte, algo que
contribuiría a incrementar el calentamiento del planeta.
La otra solución, los aportes de arena a las
playas, además de generar otro gasto energético ingente, requeriría de
cantidades espectaculares de sedimento que tendrían que ser extraídas de otro
lugar. Un ejemplo: en una playa de un kilómetro de longitud y doscientos metros
de anchura harían falta aportes de al menos 200.000 metros cúbicos. En playas
artificiales como la de Poniente en Gijón los aportes de arena realizados ya se
los está llevando poco a poco el mar. Por eso, la playa gijonesa es calificada
por Anadón como «ambientalmente insostenible».
¿Qué ocurrirá en caso de temporal? «Un
metro más en caso de temporales en marea alta es una bestialidad», dice
Ricardo Anadón. Esas olas que de vez cuando inundan los paseos marítimos
podrían ser, pues, moneda corriente, sin necesidad de grandes desmanes
climatológicos. «Y lo mismo sucederá con los desagües. Si por ejemplo ahora
ya se desbordan en Gijón, imagínese entonces». ¿Y en los edificios de
primera línea de costa? En Asturias no abundan construcciones en dunas, por lo
que no hay demasiados edificios amenazados de forma drástica, pero sí lo
están en menor medida todos aquellos que comparten o ganan terreno al mar. Otro
ejemplo: el club de Regatas de Gijón. ¿Lo llegarán a devorar las aguas? Es
una incógnita, pero es innegable que el azote será muchísimo mayor que el
actual.
TEMPERATURAS
Aguas más cálidas y menos frío
Las previsiones para Asturias hablan de un
incremento de las temperaturas en invierno de entre grado y medio y dos grados
en el mejor de los casos -si se cumplen el protocolo de Kyoto- y más aún en
verano. En el Cantábrico también se elevará la temperatura. En el océano
ahora mismo está subiendo 0,6 grados por década, y en la costa algo menos de
0,3. Pero esta dinámica se puede acelerar, con la mejor de las previsiones a
final de siglo puede haber un grado más en las aguas costeras.
SEQUÍA
Menos lluvias en un paisaje más seco
Más temperaturas y menos agua dan como
resultado un paisaje más seco. Se estima que se perderán entre uno y dos
litros de lluvia por metro cuadrado durante los meses de verano. Eso dará como
resultado un clima mucho más cálido y seco en Asturias y, por lo tanto,
cambios en la fisonomía.
Ejemplo, el monte Naranco: «Es posible que las
especies arbóreas cambien o directamente desaparezcan», señala Anadón. No se
sabe qué pasará porque no hay estudios al respecto, pero está claro que
cambiará «la vegetación en toda la cordillera cantábrica, porque disminuye
la cantidad de agua disponible».
Dicho de otra forma, «Asturias, en algunas
zonas, dejará de ser tan verde, se verán prados más agostados». ¿Qué
ocurrirá con los bosques? Los asturianos son a priori los que tienen un futuro
menos incierto. «Los bosques españoles están en los límites de sus
capacidades de vida, así que muchos acabarán muriendo», dice Ricardo Anadón,
quien aclara que «los del Cantábrico son los menos afectados». De todas
formas, el ecólogo entiende que es preciso elaborar balances hídricos para
predecir el comportamiento de estos espacios naturales. Y si el paisaje se seca
también las cañerías con la bajada del nivel de los embalses. Porque,
obviamente, también los ríos perderán agua.
AGRICULTURA Y GANADERÍA
Más huerta y menos vacas
La 'mediterranización' del Cantábrico puede
llevar aparejados cambios en los cultivos agrícolas. Sin ir más lejos, la
huerta puede encontrar un hueco más amplio en los ya no tan verdes prados
asturianos. Claro que, por contra, podría suceder que la ganadería pierda
fuerza. «Habría que analizar cómo afecta el cambio de clima previsto a los
sistemas de prado», detalla Anadón, muy cauto a la hora de hablar de aspectos
sobre los que aún no hay estudios concretos. «Hay montones de cosas que no han
sido investigadas», indica.
ESPECIES MARINAS
Menos percebes y mejillones
«Es probable que la capacidad productiva del
percebe disminuya si disminuye la capacidad productiva marina», dice Anadón. Y
es sólo un ejemplo. Lo mismo se podría decir de los mejillones o de les
llámpares. Si disminuye la producción de microalgas, posiblemente también los
frutos de la mar sean menos abundantes. Además, los cambios térmicos pueden
hacer que algunas especies si no desaparecen del Cantábrico, sí muden su
residencia desde Asturias a otros puntos del litoral. Y aparecerán otras
especies adaptadas al nuevo clima marino.
Fuente de información:
ElComercio