La convocatoria del Foro por la
Industria fue la respuesta del Gobierno asturiano a una demanda que plantearon
los dos sindicatos mayoritarios en la región, UGT y CC OO, a raíz del debate que
había promovido a comienzos de este año la Consejería de Industria sobre la
mejora de la productividad. Los sindicatos tienen en el sector industrial una de
sus principales bases de implantación y es comprensible que le dediquen una
atención preferente. La industria es, en todo caso, una actividad fundamental
para Asturias, no sólo por tradición, sino por su relevancia actual, y no sobran
los debates en torno a sus problemas y expectativas siempre que se planteen con
ánimo constructivo y busquen sinceramente la utilidad y no la mera propaganda.
Porque la industria representa
mucho para Asturias. Tras sufrir una fortísima crisis, de cuyas consecuencias
sólo ha comenzado a recuperarse en la última década, aunque la reconversión siga
dando aún coletazos (los mil empleos que, según Sadei, perdió el sector
industrial asturiano en 2004 reflejan, entre otras cosas, las prejubilaciones
que se siguen produciendo en la minería), da trabajo en Asturias a algo más de
60.000 personas de las, aproximadamente, 400.000 que integran la nómina laboral
de la región. Eso supone algo más del 18% de los empleados de la región, pero la
repercusión de la industria en la creación de riqueza es bastante mayor, ya que
la aportación industrial al producto interior bruto (PIB) asturiano excede el
27%.
Mírese como se mire, esa
dimensión resulta claramente insatisfactoria, porque las posibilidades del
sector apuntan mucho más alto. En Oviedo afloraron entreverados, reproches y
propuestas en un debate para el que fue propuesto como «marco de reflexión» el
documento «Bases para el desarrollo industrial del Principado», elaborado por la
consultora Strategy & Focus por encargo de la Consejería de Industria.
Pese a que el informe adopta un
tono más bien optimista, subrayando los síntomas de recuperación que aprecia en
la economía asturiana en general, y en la industria en particular, no deja de
señalar las rémoras o insuficiencias que impiden un mayor crecimiento industrial
de Asturias, entre ellos los altos costes salariales, la baja jornada laboral,
el elevado absentismo y la escasa inversión en investigación.
Esos aspectos se convirtieron
en referencias para el debate. Los empresarios del metal insistieron en la
necesidad de la moderación salarial, aunque el director general de Aceralia
afirmó que lo importante no es reducir salarios sino cambiar costumbres y usos
establecidos. El representante de Duro-Felguera insistió, sin embargo, en que en
Asturias se trabajan menos horas que en el conjunto de España y que los costes
salariales asturianos superan ampliamente la media española (32.273 euros frente
a 28.909, dijo), a la vez que se quejaba de la «excesiva presión sindical».
Los sindicatos se quejaron de
esas apreciaciones, negaron que en Asturias haya más conflictividad que en otras
regiones españolas, se declararon dispuestos a llegar a acuerdos para reducir el
absentismo y denunciaron la escasa inversión de los empresarios asturianos en
investigación.
Este punto concitó quizá el
acuerdo más notorio de los debates. La propia organización que representa a los
empresarios, la FADE, reconoció que el esfuerzo en investigación de la
iniciativa privada es insuficiente. Del dinero que se invierte en Asturias en
este campo, el 59% procede del ámbito público (Principado y Universidad) y sólo
el 41% de las empresas, cuando en el conjunto de España éstas invierten diez
puntos más. Si en España, donde se le dedica un 1,1% del PIB, la investigación
es una asignatura clamorosamente pendiente, ¿qué se puede decir en Asturias
donde en 2003 se quedó en el 0,7%? El plan de ciencia y tecnología del
Principado, ya caducado, planteó como objetivo que en 2004 la inversión de
Asturias en I+D+i llegara a suponer el 1,3% del PIB. Ahora el viceconsejero de
Investigación y Ciencia, Herminio Sastre, anuncia un nuevo plan, 2006-2009, en
el que se movilizarían 540 millones de pesetas. ¿Se quedará también en buenas
intenciones?
Nadie puede dudar que hay un
amplísimo margen para la mejora. Guillermo Ulacia, antiguo directivo de Ensidesa
y en la actualidad en la cúpula de Arcelor, aseguró en la última jornada del
Foro que las reformas laborales y organizativas introducidas en Aceralia con el
llamado plan Arco han conseguido que la productividad creciera un 5% en año y
medio, récord mundial en la industria, según sus palabras. Ulacia alabó la
implicación de los trabajadores de Aceralia en la mejora de los procesos
productivos, pero constató el fracaso para reducir el absentismo, que se sitúa
en el 9%. Y Aceralia es el espejo en el que se miran las empresas asturianas, ya
que es líder indiscutible en exportación, una actividad en la que participan
pocas empresas asturianas y siempre las mismas. Y que mide, como ninguna otra,
la eficiencia en un mercado cada vez más globalizado.
Los buenos propósitos
enunciados en el Foro se deben traducir en la aplicación de sus conclusiones y
recomendaciones, que se harán públicas próximamente. La lucha contra el
absentismo se perfila como uno de los objetivos. Pero también la necesidad de
mejorar sustancialmente la investigación y la innovación, sobre todo en
actividades originales y creativas, porque las inversiones que hasta ahora se
realizan en ese campo en las empresas asturianas no sólo son escasas sino que se
dirigen especialmente, según subraya el estudio de Strategy & Focus, a la mejora
de procesos y renovación de maquinaria. Una vez más se hace patente la necesidad
de que Asturias, en este caso su industria, realice una oferta bien
diferenciada, producto de esa especialización que tanto se echa en falta.
La situación en que se
encuentra Asturias es bien conocida y el objetivo que debería perseguir,
también; pero falta el diseño acertado de los caminos y la decisión necesaria
para avanzar por ellos. Si mereció tanta atención estos días la noticia de la
muerte del que fuera presidente de la Diputación Provincial, José López Muñiz,
fue por ser ejemplo de algunas cosas que desde su desaparición del ámbito
político asturiano se echan en falta. Las circunstancias en que López Muñiz
desempeñó su labor política no son añorables en modo alguno, pero sí lo es su
claridad de ideas para descubrir y jerarquizar los problemas de la Asturias de
su tiempo -a menudo, a contrapelo de opiniones muy influyentes- y, sobre todo,
su decisión y eficacia para llevarlas a cabo. La región fue la gran beneficiada.
En general, Asturias conoce muy
bien lo que le pasa. Incluso, como acabamos de constatar ahora una vez más, sabe
lo que debe hacer. Pero, o no emprende la tarea, o la deja a medias. Y eso
conduce a la frustración y al fracaso. Algo más lamentable todavía cuando las
condiciones para lograr el éxito están a la vista
Fuente de información: lne