Fenómenos extraños en Asturias
Fecha Miércoles, 08 diciembre a las 12:06:49
Tema Articulos Variados


Hace ahora 65 años que Orson Welles atemorizó a la sociedad norteamericana con la adaptación y dramatización radiofónica de la mítica obra de H. G. Wells 'La guerra de los mundos'. El objetivo no era otro que poner sobre aviso a la población de que existía la posibilidad de una invasión extraterreste. A partir de entonces, la mística sobre platillos volantes, hombrecillos verdes y luces letales ha ido adquiriendo tal resonancia sociológica que hasta las agencias de inteligencia -ahí está la CÍA como ejemplo- han hecho lo indecible para hacerse con su control.


El escritor gijonés Antonio Fontela, abducido por cuantos testimonios nos alertan de que no estamos solos en el Universo, se ha embarcado en una fascinante aventura en la que este fenómeno O. V. N. I. adquiere una dimensión inédita hasta ahora. En la obra que acaba de publicar, 'Asturias, paraíso sobrenatural', traza una amplia panorámica sobre cuestiones tales como: ¿existen los ovnis? ¿Quién se manifiesta en el aparicionismo religioso? ¿Acaso alguien pudo haber obtenido realmente la Piedra Filosofal? Pero, sobre todo, ahonda en la relación que ha tenido y tiene nuestra región con todos estos interrogantes.

Y la forma de hacerlo no es una mera plasmación de hechos, sino una recomposición erudita en la que conjuga con gran maestría la alquimia, las visiones apocalípticas y la ufología para conformar una peculiar cuadratura del círculo. Ésta tiene precisamente a Asturias como «centro de transmutación, revelación y avistamiento de lo que para unos han sido realidades veladas y, para otros, sólo quimeras».

Los datos ahí están. Según el Catálogo Asturcar, entre 1900 y 1995, en la región se han registrado unos 150 avistamientos de objetos volantes no identificados, pero en el del CIOPA (Catálogo de Informes Ovni del Principado de Asturias) la cifra experimenta un aumento considerable y se sitúa en los 204 casos. Dos de ellos, localizados en el aeropuerto de Asturias y Gijón (1969) y en Arroes, en Villaviciosa (1978), fueron considerados 'materia clasificada'.

El primero fue observado por el mismo jefe de tráfico del aeropuerto y luego por los gijoneses que, asombrados por el fenómeno, no dejaron de mirar al cielo en todo aquel mágico 26 de junio. Una especie de balón de color blanco acero, de unos 15 metros de diámetro, surcó el cielo cambiando de color mientras evolucionaba con cierta rapidez. El segundo, avistado el 26 de agosto, tuvo su manifestación terrestre en un estruendo que sobrecogió a quienes lo oyeron. Éstos, que descansaban en su hogares, se despertaron sobresaltados y se quedaron paralizados al verse cegados por una intensa luz «que iluminó el lugar como si fuese de día».

Los antecedentes

El fenómeno ovni, uno de los mitos más controvertidos y apasionantes del siglo XX, aparece ya, según Fontela, como una de las preocupaciones y de los enigmas del control áereo estratégico en plena guerra fría, tanto en el 'mundo libre' como tras el 'Telón de Acero' y el 'Telón de Bambú'. Además, constituye un «formidable y legítimo reto para hacer 'buena' ciencia, tanto experimental como social», y tratar de explicar o describir «qué es lo que ocurre o qué se cree que ocurre».

Desde su punto de vista, el asunto 'platillero' se tornó mucho más complejo e inquietante cuando «los aéreos ovnis ya no sólo eran protagonistas de una serie de 'innegables' observaciones visuales y electrónicas, sino, cuando, además, esos ovnis y sus 'tripulantes' comenzaron a 'interactuar' con el entorno de su aparición y con sus supuestos testigos».

La interpretación contemporánea -«más popular y respaldada por todo un antiguo acervo mítico, filosófico, teológico y literario»- es la 'hipótesis extraterreste', que convierte a los ovnis en «formidables naves de unos tecnocráticos como surrealistas cosmonautas procedentes de otros planetas». Y tal hipótesis actualiza, en opinión de Antonio Fontela, la rancia creencia sobre la 'pluralidad de los mundos habitados', «como ya había argumentado Fontenelle hace más de 300 años».

El criterio tecnocientífico apoya, por su parte, la intuición existencial o la conjetura científica de que «quizá no seamos la única entidad biológica del cosmos capaz de existir y evolucionar».

Los investigadores

En todo caso, los ovnis forman parte ya de la fenomenología mundial, y Asturias no ha sido ajena a ella. La 'ufología' española -y con ella, la asturiana- se desarrolla, paralelamente al creciente tratamiento mediático mundial, a partir de las décadas de los 40 y 50, aunque el interés se incrementa a lo largo de los años 60 y 70. Es entonces cuando comienza a cobrar carta de naturaleza la labor de investigadores como Ignacio Blanco, José Luis Caso, Ignacio Fuente, Carlos León, Fernando de Silva o Iván Vázquez.

La que aporta ahora Manuel Fontela se retrotrae al medievo y recupera un relato sobre una increíble moza llamada Oria. La historia de esta «endemoniada proverbial y espectacularmente exorcizada en la catedral de Oviedo a finales del siglo XII» hablaba de que el demonio que la poseía la llevaba en ocasiones en «una nube de tormenta» que bombardeaba «las cristianas y ovetenses huertas y casas con pedriscos grandes como puños».

El 'affaire Oria', como se refiere Fontela a esta excepcional 'nubera', fue medio milenio más tarde socarronamente comentado por el mismísimo Feijoo y hoy seguramente habría merecido «una interpretación ufológica». Recuerda a los nuberos que, al decir de los vaqueiros, eran «hombres chamuscados y quemados, pequeños a veces y muy altos otras, que podían ostentar un curioso gorro o sombrero, o no». Sin embargo, la añeja descripción del astur 'nuberu' tradicional, atribuida a Jove y Bravo, nos lo presenta como «un hombrín pequeñucu, vieyu y arrugau como una mayuca y negru con la pez».

«¿Mitología primitivista, o superstición de antaño?», se pregunta Antonio Fontela cuando especula sobre lo inexplicable. Pero también hace hincapié en que ése es sólo uno de los muchos relatos que hablan de encuentros de personas de toda clase y condición con «inopinados hombrecillos, humanoides o monstruos».

Para Antonio Fontela, nuestro acelerado acervo cultural ya no nos faculta para hablar de 'nuberus' viajando en sus nubes o cayéndose de ellas, sino «de marcianos o extraterrestres tripulando platillos volantes, OVNIS y VEDS (vehículos extraterrestres dirigidos) explorando el terreno con alguna intención tecno-científica y sosteniendo hynekianos 'Encuentros del Tercer Tipo' con estupefactos testigos».

Y lo remata así: «Los ovnis, básicamente, nos hablan o nos reconducen hacia nosotros mismos y nuestras paradojas culturales, en un discurso excéntrico, pero no frívolo».

Si te gusta el tema de los Ovnis, visita nuestra sección de Ufologia en Nuevo Planeta





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