Después de la muralla vienen
los enterramientos. El Museo Arqueológico de Asturias se está convirtiendo en el
mejor conservador de la historia de Oviedo, no sólo porque guarde sus mejores
piezas, sino porque además las proporciona. El equipo de arqueólogos que dirige
Otilia Requejo acaba de localizar en el claustro, y muy próximos al bastión de
la muralla hallado hace algunos meses, dos enterramientos antiguos cuyas
características indican que puedan ser contemporáneos al momento de la fundación
de Oviedo. A falta de dataciones concretas, el hallazgo se considera importante
por cuanto arrojará luz sobre la fundación de Oviedo, que los historiadores
sitúan en el año 761 en la misma zona donde se levantaba la muralla de Alfonso
II.
El hallazgo se produjo como
consecuencia de la ampliación de las excavaciones propuestas por la arqueóloga
Otilia Requejo cuando fue localizado en el pasado mes de junio un bastión de la
primitiva muralla mandada levantar por el rey Alfonso II. Ante el interés del
hallazgo, se decidió prolongar la excavación hasta la medianera con la iglesia
de la Corte. Los trabajos dieron comienzo la pasada semana y en ese proceso se
han podido localizar las dos tumbas de lajas. Es pronto para establecer una
cronología definitiva pero, por el lugar que ocupan estratigráficamente, se
puede hablar de enterramientos antiguos, probablemente de época altomedieval, lo
que los pone inequívocamente en relación con la fundación de Oviedo, hecho que
tuvo lugar en el año 761.
Además de los enterramientos se
han encontrado restos de cerámica, probablemente medieval, como la ya localizada
en la cata abierta en junio, pero hasta ahora no ha aparecido ningún rastro del
aparato defensivo. La ausencia de muros donde se pensaba que se podían localizar
ha sorprendido en parte a los arqueólogos, que aún no han arrojado la toalla
porque todavía queda una buena parte pendiente de excavar.
Las posibilidades de que la
muralla defensiva pudiera aparecer en esa zona se apoyan en el trazado propuesto
por el historiador Juan Uría Ríu, cuyos planos la sitúan discurriendo casi
paralela a la actual calle San Vicente. Esa propuesta de Uría tomó cuerpo por
primera vez en junio, cuando se encontró el bastión defensivo, ya que hasta ese
momento no había ninguna confirmación arqueológica que demostrase la existencia
del trazado de Uría.
En sus estudios sobre la
fundación de Oviedo, Juan Uría situaba en ese lugar la fortificación que Alfonso
II mandó construir para proteger la ciudad cuando trasladó la corte de Pravia a
Oviedo. Un par de décadas antes, su padre, Fruela I, había levantado la iglesia
de El Salvador, donde hoy se sitúa la Cámara Santa, formando parte de la colina
de Ovetao, donde los monjes Máximo y Fromestano fundaron la ciudad de Oviedo en
el año 761.
Antes del reinado de Fruela no
hay constancia arqueológica ni indicios fehacientes de una ocupación anterior a
la de los monjes Máximo y Fromestano. Sin embargo, los autores del estudio
realizado durante la reconstrucción de la Cámara Santa en la década de los 40
sostienen que ésta se apoya sobre un edificio de la época de Fruela que
denominaron torre de San Miguel. Bajo dicha torre confirman la existencia de un
sarcófago antropomorfo tallado en piedra. Queda por verificar la existencia de
dicho sarcófago y si éste perteneció a los monjes de San Vicente.
A pesar de esta tesis que
defiende la existencia de un núcleo preurbano anterior a Fruela, la mayoría de
los historiadores descartan esa posibilidad. César García de Castro, que dirigió
las últimas excavaciones realizadas en la Catedral, escribe en sus conclusiones
que en los estudios arqueológicos realizados en dicho templo, en el mismo lugar
donde a mediados del siglo VIII nace el núcleo primitivo de la futura ciudad de
Oviedo, no se han hallado indicios que indiquen poblamiento anterior al
asentamiento de los citados monjes.
Sobre los restos de cerámicas
antiguas y de un fragmento de cancel de estilo visigodo hallado durante las
excavaciones de la década del 40, los historiadores, incluyendo a Juan Uría,
encuentran como única explicación que hubieran sido traídos desde otro lugar en
época de la monarquía asturiana.
Los recientes hallazgos del
Arqueológico tienen ahora la posibilidad de ahondar en esta cuestión,
descartando de forma definitiva la anterior ocupación de la colina de Ovetao o
arrojando luz sobre la existencia de un asentamiento en la etapa de transición
desde la Edad Antigua a la Alta Edad Media. En este sentido, la datación de los
enterramientos será un factor indiscutible para formalizar conclusiones.
Fuente de información: lne