Una saludable vision critica de Asturias
Fecha Domingo, 09 octubre a las 14:22:48
Tema Asturias


En muy poco tiempo tres destacados economistas han coincidido en emitir opiniones sobre Asturias que contradicen el pensamiento políticamente correcto vigente en la región. Lo hizo primero Zulima Fernández, vicerrectora de la Universidad Carlos III, cuando afirmó que «si el discurso oficial ya me parecía viejo hace diez años, imagínese ahora». Luego Mauro Guillén, un leonés medio asturiano, que se licenció en Económicas en Oviedo y que es en la actualidad catedrático en Pensilvania (Estados Unidos), dijo que el mayor problema de Asturias es que se ha acostumbrado a vivir del subsidio, que no ha participado en el proceso de especialización a que obliga la globalización para tener éxito y que su gran reto pendiente es ser capaz de insertar a su propia gente, algo que no logra después de haberle dado una buena formación.

En fin, el profesor Álvaro Cuervo, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y consejero de algunas de las mayores empresas de España y Portugal, criticó también las ayudas públicas, cuyo efecto calificó de «adormidera» y que, además de sacar a las empresas del mercado, contribuyen a que la gente persevere en la idea de que las soluciones para Asturias han de venir de fuera.

Fiel a unas ideas que con evidente coraje lleva sosteniendo contra corriente desde hace hace mucho tiempo, Cuervo, que repitió una vez más que Asturias, al defender la supervivencia de la minería y obsesionarse por el empleo industrial, sigue apostando por el pasado, añadió una opinión que en esta región suena a provocadora: las infraestructuras no resuelven el problema de Asturias. Yañadió que para mejorar el dinamismo de la región hacen faltas cambios institucionales que generen confianza en los emprendedores, así como reducir la conflictividad y aumentar drásticamente la «alfabetización tecnológica» y no fiarlo todo a la ampliación de El Musel o a la construcción de la variante ferroviaria de Pajares.

Lo que dice Cuervo puede resultar llamativo, pero no debería ser tomado como una mera provocación o una originalidad sin base. En lo que respecta a las grandes infraestructuras de comunicación, en Asturias se corre el peligro de contemplarlas como un fin, cuando sólo son un medio, aunque sin duda importantísimo. Asturias las necesita, y debe reclamar del Estado que las construya para competir en un plano de igualdad con otras regiones, pero por sí mismas no le servirán para mejorar si, a la vez, no se logra crear una oferta atractiva. Y de lo que tiene que tomar conciencia Asturias es de que esa iniciativa compete a la propia región e involucra a todos, desde las instituciones a los emprendedores, pasando por los sindicatos y los ciudadanos de a pie.

Los discursos críticos, como los de estos economistas, contrastan con el que puede considerarse como oficial en la región y cuyo más calificado representante es el actual presidente del Principado. Según la visión de Areces, Asturias ya ha superado lo peor o está en trance de hacerlo con la conclusión de las grandes obras públicas que ya están en marcha.

Cada una de las dos posiciones, la optimista u oficial y la crítica, admite múltiples variantes e incluso hay sitio para la equidistancia. Desde hace mucho tiempo Asturias es la región más analizada de España, pero no por ello deja de seguir valiendo el diagnóstico de Ortega y Gasset de que lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa.

Una forma de orientarse es remitirse a los hechos. Y en ese aspecto parece evidente que en Asturias los resultados se sitúan tozudamente por debajo de las expectativas optimistas. Su economía crece, pero porque, afortunadamente, lo hace la española, de la que va al rebufo, siempre a la cola. Mejoran lentamente las comunicaciones, pero no la balanza comercial de Asturias, porque el dinamismo exportador queda reducido a los sectores y empresas tradicionales y apenas se incorporan otras nuevas. La iniciativa privada es, al fin, reconocida por todos como el motor necesario y único de la región, pero, según el INE, Asturias fue en 2004 la segunda región española que menos empresas creó.

Según un reciente estudio de Comisiones Obreras, en los últimos diez años 30.000 jóvenes se han visto forzados a emigrar de Asturias. En una región de población envejecida, esta sangría de jóvenes es, más que dolorosa, peligrosísima. Y para los que quedan en la región el horizonte no siempre es halagüeño. Otro estudio revela que tres de cada cuatro menores de 35 años siguen viviendo en el domicilio de sus padres, ante las dificultades para emanciparse. En fin, SADEI ha calculado, a partir de los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA) que de los 45.800 asturianos que se declaran parados 17.700, es decir, un 36,5%, son titulados universitarios.

El Gobierno asturiano, cuyo presidente incurrió en su día en el error de calificar de «leyenda urbana» el éxodo de los jóvenes mejor preparados, se ha tenido que rendir a la evidencia y acaba de anunciar un plan de empleo joven, dotado con 40 millones de euros, con el que el Principado pagará a las empresas la cotización a la Seguridad Social de los titulados universitarios y de Formación Profesionalque incorporen. La idea ha tenido una buena acogida y ahora hace falta que se aplique bien para que resulte eficaz y no quede en un gesto propagandístico de eficacia efímera, como no pocos planes de empleo.

tro tanto cabe exigir del nuevo plan de ciencia, innovación y tecnología (2005-2008), actualmente en fase de proyecto y que debería mejorar la bajísima dedicación de las empresas asturianas a la investigación, una tarea que en la actualidad descansa de forma poco menos que exclusiva en la Universidad.

Esta es la apuesta pendiente de Asturias. Mejorar la cualificación, con trabajadores bien preparados, incorporar las tecnologías más eficientes y desarrollar la investigación propia son respuestas obligadas a la globalización, porque ésa es la forma de conseguir una competitividad en los mercados internacionales, que incluyen la propia Asturias, adonde llegan productos de otros países. Y para Asturias, que todavía no está en plano de igualdad con otras regiones españolas en cuanto a dotaciones básicas, es, además, una tarea muy urgente, si se tiene en cuenta lo que se perfila en su horizonte: una reducción drástica de los fondos europeos y, dentro de España, la amenaza que lanzan a la solidaridad interregional quienes pretenden hacer suyo también ese símil surgido últimamente en Cataluña de quedarse con la gallina y ver luego cuántos huevos les sobran para darlos a las regiones españolas que los necesitan.

Asturias debe esforzarse en jugar un papel digno es una España pujante, moderna y solidaria, sin esperar a que los demás vengan a resolver nuestros problemas. Por eso debemos tener claro en primer lugar qué es lo que nos pasa, prestando atención a discursos como los de Cuervo, Zulima Fernández y Guillén, que rompen algunas visiones que cuestionan el espejo en el que nos venimos mirando.

Fuente de información: lne







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