La agonia de una leyenda: El Santuario de La Cueva en Infiesto
Fecha Martes, 30 agosto a las 17:59:56
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Una lenta agonía que parece no tener fin. Así se podría describir el recorrido por la historia de uno de los lugares emblemáticos del concejo de Piloña. Sus orígenes quedan reflejados en una leyenda medieval, que cuenta como la Virgen se le apareció allí a un caballero lusitano que se había retirado a aquel rincón recóndito tras batallar con los invasores árabes y perder a su amada.

Sin embargo, no se tiene constancia de su existencia hasta el siglo XVI, cuando se creó una capilla dedicada a la Virgen de La Concepción. También hay documentación en la que se refleja la creación en 1564 de una cofradía a cuyo cargo estaba un hospital de peregrinos atendido por monjes franciscanos. Y es que el Santuario de La Cueva se encuentra en un enclave por el que, desde la meseta y a través del Camín Real del Sellón, los peregrinos se dirigían a Oviedo para visitar al Salvador antes de dirigir sus pasos a Santiago de Compostela. Las principales reformas y ampliaciones se llevaron a cabo en el siglo XVIII, cuando se construyeron diferentes capillas y el puente de piedra que comunicaba el recinto con el Campo de los Romeros, al otro lado del río. También es de esa fecha la imagen actual de la Virgen que, en estos días, tiene su hogar en la iglesia de Santa Eulalia de Ques.

Hasta ese momento el santuario gozaba de una repercusión religiosa cercana a la de Covadonga y llegó a albergar la visita de la reina Isabel II en 1858. Para que la comitiva pudiese acercarse al templo, fue necesaria la construcción de un puente provisional sobre el río Piloña, ya que el existente no permitía el paso de las carrozas reales. Sin embargo, a lo largo del siglo XX empezó su lento declive. En 1936 se convirtió en una improvisada fábrica de pólvora y sus instalaciones quedaron afectadas por el paso del tiempo. Una serie de reformas realizadas, quizás de forma precipitada, a partir de 1965 cambiaron radicalmente su aspecto, alejándolo de la filosofía original de recogimiento.

Las obras, que concluyeron en 1983, recuperaron en parte su prestigio, convirtiéndolo en un lugar habitual de parada para los turistas y un enclave muy atractivo para aquellos que buscaban celebrar su enlace matrimonial en un lugar especial. Así siguió hasta que el 16 de junio de 2000 parte de su techumbre se desprendía a la una de la tarde sobre la casa de los guardeses del templo. Por fortuna, no hubo que lamentar desgracias personales, pero el Santuario entraba entonces en lo que parece ser una agonía sin fin. Después de cinco años, la herida sigue abierta y no parece que haya dinero suficiente para curarla. Los piloñeses ven con pena como la leyenda de La Cueva languidece.

Fuente de información: ElComercioDigital







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