Una cueva riosellana puede
revelar el origen de la escritura. Rodrigo Balbín, catedrático de Prehistoria de
la Universidad de Alcalá de Henares, ha terminado ya algunas de las
investigaciones emprendidas después de la campaña arqueológica realizada el
verano pasado en Tito Bustillo y las cuevas de su entorno. Una de las
conclusiones, que publicará en una revista francesa, es la importancia de la
gruta de La Lloseta. Una de las particularidades que destaca es la de los signos
que aparecen en uno de los paneles de la cueva, trazos de dedos pareados que,
para este experto, son "un sistema de comunicación". Balbín considera que ese
panel de signos es "muy interesante". En su opinión, son "los sistemas gráficos
del Paleolítico Superior" y servían "para contar cosas".
Esta especie de escritura tiene
22.000 años de antigüedad. Sobre todo, aparece en un enorme panel que contiene
más de veinte signos pareados, digitaciones, hechos con dos dedos juntos, lo que
forma líneas paralelas. La pintura, siempre roja, se aplicó con los dedos y se
consiguió con óxidos de hierro mezclados con agua o grasa animal.
Por otro lado, Balbín dice que
es muy difícil saber el lapso de tiempo en el que se realizaron esos signos,
pero cree que "lo más probable es que se hayan hecho en muy poco tiempo". Son,
pues, una especie de página escrita en la pared de la cueva.
Algo así aparece en la Dordoña
francesa y en una cueva cántabra, la de La Garma, descubierta en 1995, que data
del paleolítico superior. Pablo Arias, asturiano, y catedrático de la
Universidad de Cantabria, dirige las investigaciones en ese yacimiento. El
asegura que esos trazos hechos con los dedos, de dos en dos, es un fenómeno que
"no es frecuente" y sí han aparecido en La Garma, como en La Lloseta.
SIGNOS LOCALES
Este investigador también cree
que se trata de "una especie de lenguaje" y apunta que estos signos tienen una
característica más "muy interesante", y es que "están muy regionalizados; es
decir, que en una zona determinada, situada en un radio de 40 ó 50 kilómetros,
los signos son iguales, como si se tratara del "lenguaje de una etnia concreta".
Rodrigo Balbín, jugando con los
términos con los que habitualmente se califica a las grutas con pinturas
rupestres, asegura que Tito Bustillo es una catedral, pero La Lloseta es "una
iglesia importante, más de lo que se creía".
DECENAS DE HUESOS GRABADOS
En La Lloseta han aparecido
también muchos trozos de hueso grabados "más de lo que se podría pensar", añade,
y puntualiza "más de lo habitual". Hay que tener en cuenta que el trabajo
arqueológico supone la investigación del yacimiento mediante catas pequeñas y el
20% del material recogido han sido estos huesos grabados; una proporción mayor
que la que se registró en Tito Bustillo.
Fuente de información:
LaVozdeAsturias