Guerra a los malos humos
Fecha Lunes, 30 mayo a las 20:47:12
Tema Actualidad


A los 20 minutos de dejar de fumar, la presión de la sangre y el pulso recobran su nivel normal. A las 8 horas, la sangre recupera sus contenidos habituales de oxígeno y monóxido de carbono. A las 24 horas, disminuye el riesgo de padecer un ataque al corazón. A las 48 horas, se recuperan sensaciones olfativas y gustativas. A las tres semanas, la función respiratoria es un 30 por ciento mayor y la mejora en la circulación sanguínea, perceptible. Tras 9 meses, desaparecen la tos, la fatiga crónica y las dificultades respiratorias. A los 5 años, el riesgo de tener una enfermedad cardiaca es el mismo que el de un no fumador. Y a los 10 años, las células precancerosas se han reemplazado, de modo que al cabo de ese tiempo se igualan las posibilidades de tener tumores malignos en pulmones, boca, esófago o páncreas entre quien un día dejó de fumar y quien nunca fumó.

Si a la vista de esos argumentos de peso para la salud, todos refrendados desde la ciencia médica, un fumador no siente la tentación de dejar el tabaco, poca o ninguna importancia le dará al hecho de que el próximo martes se celebre el «Día mundial sin tabaco». En cambio, quien se dé por aludido tiene ante sí una ocasión de oro para iniciarse en una vida sin humos. Para los dubitativos, Ana González, enfermera del centro de salud de Sabugo experta en deshabituación tabáquica, lanza un mensaje de optimismo: «Cualquier persona puede dejar de fumar, lo que es impredecible es en qué plazo o con qué esfuerzo».

El tabaquismo está catalogado por la medicina como «enfermedad crónica adictiva». Esto se opone a las viejas creencias, tan tópicas como erróneas, de que fumar es un hábito o un vicio. No. Fumar es una enfermedad. Pero no una cualquiera, sino una de las más mortíferas y de las que más alta incidencia tienen entre la población.

Según datos del Ministerio de Sanidad, la padecen -es decir, fuman- 12 millones de españoles, entre ellos el 34 por ciento de la población mayor de 16 años. No entran en este cálculo los fumadores pasivos, aquellos que inhalan el humo de cigarrillos ajenos. Sólo en Asturias, mueren cada año unas 1.300 personas por enfermedades relacionadas con el tabaco. Son 55.000 defunciones en el conjunto de España. «El tabaco en sí no mata, es verdad. Pero está asociado como factor de riesgo a miles de muertes y a incontables dolencias no necesariamente fatales», sentencia la enfermera González.

La salud es precisamente la causa que con más frecuencia invocan los fumadores avilesinos que manifiestan su deseo de dejar el tabaco. Le sigue el «deseo de ser libre»; esto es, romper con la esclavitud del cigarrillo y desterrar el pánico que algunos fumadores admiten sentir al verse convertidos en auténticos drogodependientes. La tercera causa alegada para dejar de fumar es la presión familiar o social. La economía apenas tiene relevancia como factor disuasorio del tabaquismo, por más que un paquete de «rubio» ya cueste casi tres euros.

El fumador que desee dejar de serlo dispone de varios métodos, si bien la administración de salud aconseja el control sanitario del proceso, no tanto por la complejidad médica del mismo como por la orientación y apoyo que puede obtenerse en los centros de salud. En el de Sabugo, la lucha antitabáquica está en manos de Ana González y Begoña Álvarez. En el de Piedras Blancas trabaja Violeta Duque, a la que sus propios compañeros reconocen el mérito de haber sido pionera en la lucha antitabáquica. Y así, hasta un total de nueve centros de salud en el área sanitaria de Avilés en los que se ha declarado la guerra a la nicotina.

Otras instituciones, caso del Ayuntamiento de Avilés, han iniciado campañas propias para combatir el tabaquismo de sus empleados. El Servicio de Salud del Principado tiene previsto iniciar en la comarca un plan piloto consistente en repartir gratuitamente chicles de nicotina. Y algunas grandes empresas, como Aceralia, facilitan a sus trabajadores ayuda terapéutica para dejar de fumar. Además de una apuesta por la salud, detrás de esas acciones está la próxima entrada en vigor de la ley de Prevención del Tabaquismo, que el Gobierno fecha para el 1 de enero de 2006. Esa ley establece la prohibición de fumar en todos los centros de trabajo, tanto públicos como privados.

Fuente de información: lne







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