A las 7.30 de la mañana suena
la «diana» todos los días. Aunque en las Fuerzas Armadas han cambiado muchas
cosas en los últimos años, todavía algunas tradiciones se mantienen. Sin
embargo, son pocos los que la escuchan. De los 700 militares que forman parte
del regimiento de infantería aerotransportable «Príncipe», del Cabo Noval, sólo
el diez por ciento vive en la «residencia de tropa». Ayer se conmemoró el día de
las Fuerzas Armadas, que, durante toda la semana, se celebró en el
acuartelamiento.
Una hora después, a las ocho y
media, comienza la jornada laboral. Durante siete horas estarán preparándose y
aprendiendo, recibiendo una formación física, técnica y táctica. Es la
instrucción, cuyo objetivo es formar buenos soldados. Dos años mínimo son
necesarios para que un militar sea capaz de responder a todas las exigencias de
su trabajo.
Junto a la exigente preparación
física y técnica, la psicológica resulta esencial. Por eso, con el entrenamiento
convencional se intercalan las conocidas como «charlas de moral a la tropa», en
las que se habla de los problemas de los soldados y en las que se enseñan
«determinados conceptos que en la vida civil no se trabajan tanto», comenta el
capitán Cuesta. «La amistad, el honor, la valentía, la cordura, la disciplina,
la confianza, la patria» son cosas que «aquí analizamos a diario». No hay ningún
otro trabajo en el que la confianza en tu compañero desempeñe un papel tan
importante. «Quizá tenga que dar su vida por salvar la tuya», afirman,
contundentes, algunos mandos.
Toda la preparación física y
psicológica de un soldado tiene un objetivo: que sea capaz de realizar un amplio
ejercicio de tiro, en el que convergen todas las disciplinas de un militar. El
pelotón de infantería de la tercera compañía del batallón «Toledo» lleva varios
años trabajando conjuntamente bajo las órdenes del sargento Barroso. Son diez
hombres capaces de apuntar al objetivo indicado en todas las posiciones
posibles, en movimiento o parados. Llevan un arma que puede disparar hasta 480
proyectiles en un solo minuto y con posibilidad de hacerlo a 350 metros de
distancia. «Se necesita fuerza, potencia y coordinación» para hacer el ejercicio
completo y aun así el corazón se dispara a más de 150 pulsaciones por minuto.
Los entrenamientos son totalmente realistas. Para los soldados es como un
combate, como enfrentarse al enemigo. Los botes de humo, los gritos, la manera
de cubrirse las espaldas, y el fuego real lo deja patente. Nadie se relaja hasta
que el ejercicio finaliza totalmente y las armas son revisadas. La confianza
entre ellos debe ser esencial y por eso se procura trabajar con los mismos
equipos durante un largo período de tiempo.
Fuente de información: lne