El Día de Asturias no habrá
desfile por el Muro. Después de 60 años, la muestra folclórica que el primer
domingo de agosto tenía su punto de encuentro en la playa de San Lorenzo no
formará parte este año del programa festivo de la ciudad. El departamento de
Festejos ha dado un giro a la programación de esa jornada y potenciará la parte
asturiana a través de la jira que, desde hace tres años, se celebra en el cerro
de Santa Catalina. También programará la actuación de todos los grupos
folclóricos de Gijón en el Muro, cada uno en una escalera, pero sin desfile.
En los últimos veinte años,
desde que en 1987 el Ayuntamiento de Gijón decidiera suprimir las carrozas, la
parada folclórica perdió adeptos, lo que se hizo más patente en los últimos años
al prescindir de la presencia de grupos internacionales. El festival folclórico
se desligó del Día de Asturias y el desfile, que sufrió numerosos cambios, era
protagonizado de forma casi exclusiva por los grupos folclóricos gijoneses.
Demasiado poco atractivo para mantener viva una tradición, la de 'les carroces',
que vivió sus momentos culminantes en los años setenta y principios de los
ochenta del pasado siglo, pero que no pudo sobrevivir al paso del tiempo. El
desfile, en suma, pasará este año a la historia.
El Día de Asturias se celebró
en Gijón por primera vez en 1943, cuatro años después del final de la Guerra
Civil. El objetivo, por entonces lúdico-político, era promover una jornada de
hermanamiento de los ayuntamientos asturianos y, a la vez, organizar un día
festivo, de romería, vinculado con la música y el folclore. Antes, en 1942, se
había celebrado el 'Día de Oviedo en Gijón'. Con ese motivo, el alcalde gijonés
publicó en EL COMERCIO un bando en el que invitaba a los gijoneses a «honrar
debidamente a nuestros visitantes de la invicta ciudad de Oviedo» y pedía que
fueran engalanados los balcones, «acudir a recibirlos y asistir a los variados
festejos que hay de celebración», todo ello como «tributo de simpatía y afecto a
la capital». Un arco recibió a los ovetenses, engalanado con el emblema:
«Franco, Franco, Franco».
En 1943 se celebró la primera
jira en Las Mestas, con «puestos de bebida, tiovivos y otras atracciones», y
tuvo su continuidad en los años siguientes, siempre en el mismo recinto, con la
música y los grupos folclóricos como protagonistas. En 1948 ya se hace expresa
mención al término 'desfile', que se celebraba por la avenida de la Victoria y
por Rufo Rendueles. En los cincuenta ya se celebraban festivales en la plaza de
toros, recuperados en el mismo recinto años más tarde (ya lo hubo en 1970) y
empezaron a tener presencia las carrozas. En 1987 pudo verse la última. Para
entonces, ya hacía mucho tiempo que se había suprimido la figura de la reina de
las fiestas y de sus damas de honor, y Las Mestas había perdido todo su
protagonismo como final del desfile.
No mucho tiempo antes, en 1976,
la reina fue Cecilia Cañedo-Argüelles Gallastegui, y sus damas de honor, Flor
Elorrieta García, Carmen Prendes Rodríguez-Maribona, Isabel Rúa-Figueroa Rey y
María Meana Suárez. Ellas sí tuvieron el privilegio de desfilar sobre una
carroza el Día de Asturias. Ellas y, luego, pocas más.
Dura competencia
Tras una etapa de esplendor, en
los setenta y principios de los ochenta, el desfile de Día de Asturias empezó a
perder protagonismo. Las carrozas, algunas de una altura considerable y que,
algunos años, eran diseñadas por un maestro valenciano, eran caras y los
festejos de la ciudad empezaron a caminar por otros derroteros. Nació el
entoldado de la plaza Mayor, la foguera de San Xuan, el Antroxu El protagonismo
del Día de Asturias y de la Semana Grande dejó su lugar a los conciertos y otras
actividades nuevas, caso también de la Semana Negra, en las que se volcaba el
presupuesto.
Fue un momento de cambios
continuos. También el gran festival folclórico de la Europeade, en 1982, marcó
un hito en el apoyo del folclore internacional en Gijón.
Hasta finales de los años
noventa, los grupos folclóricos locales mantuvieron sus hermanamientos con otros
de fuera y, juntos, participaban en festivales en la plaza Mayor y en el desfile
del Día de Asturias, que concluyó en varias ocasiones con una actuación en El
Molinón, alguna nocturna, que tenían una gran aceptación.
La presencia de grupos foráneos
mantenía un cierto atractivo al desfile, aunque carecía de carrozas. En el año
2000, el Ayuntamiento decide organizar el festival folclórico una semana antes
del Día de Asturias, con lo que el desfile se resumió, desde entonces, a los
grupos locales y a pequeñas carrozas confeccionadas por las asociaciones de
vecinos. Fue el principio del fin.
El desfile no tenía ningún
atractivo y cada vez era menor la presencia de público. Este verano, sesenta
años después, se le da carpetazo.
Fuente de información:
ElComercioDigital