QUE SE MUERAN LOS FEOS...
Fecha Martes, 24 mayo a las 14:51:53
Tema Opinión


Continuamente los medios nos informan de estudios estadísticos de lo más variado. En ocasiones, tan disparatado nos parece el objeto de estudio, que sospechamos de la extraña razón que ha llevado a alguien, ente público o privado, a financiar tan caprichosa investigación. Otras no vemos a bote pronto la utilidad del análisis, pero pasado el primer momento de estupor al oír la noticia, descubrimos la profunda carga de profundidad que tiene sobre las estructuras más primarias de nuestra sociedad. Pues bien, esto último me pasó a mí al oír hace escasos días que investigadores de la Universidad de Alberta en Canadá habían llegado a la conclusión de que los progenitores, más los padres que las madres, descuidaban a los hijas/os cuando eran feos. La investigación se hizo observando a las criaturas mientras acompañaban a sus ascendientes por los procelosos pasillos de los hipermercados y finalmente al presentar los resultados de su estudio afirman que la belleza de la progenie representa el mejor legado genético y por eso la atención y dedicación a los más agraciados.

Yo desconozco si tenemos grabado en nuestra herencia genética ese mayor afán en conseguir especimenes más hermosos; pero de lo que no cabe ninguna duda es que, como concluye el director del proyecto, el atractivo físico es un valor; especialmente cuando quien lo tiene pertenece al sexo femenino. Y ello no constituiría ningún problema en nuestra sociedad si no fuera porque: primero, la belleza o la fealdad no se eligen; segundo, casi en mayor medida en que la belleza es un valor que se recompensa, la fealdad es un defecto que se castiga y parece ser que no solo por los extraños. A revalorizar el atractivo físico están destinados los concursos de belleza, que lejos de desaparecer se extienden al otro sexo. Por si esto fuera poco la banalización de las técnicas quirúrgicas abre un panorama desolador. Así pues, el próximo fin de semana en el hiper toca estar más atentos a las crías que a la última pantalla de plasma. A lo mejor cuando se hagan adultos en lugar de querer ser sirenas, sabrán que las ballenas, además de ser reales, son más felices.

Escrito por Rosario Hevia

Fuente de información: LaVozdeAsturias







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