A la pesquería de este sabroso
pelágico se dedican barcos de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco. El año
pasado ya se consideró una mala temporada, con la captura de tres millones de
kilos. El asunto empeoró esta campaña, cuando se ha llegado a duras penas a los
170.000. El sector asegura que ha supuesto unas pérdidas totales de 27 millones
de euros y que cada tripulante ha dejado de ganar una media de 4.417 euros
mensuales desde que diera comienzo la costera, hace dos meses.
En Asturias hay doce barcos que
se dedican a la pesca del bocarte. Tienen sus bases en los puertos de Lastres,
Luarca y Avilés y, por lo general, dedican tres meses del año a este tipo de
pesquería.
José Antonio Álvarez es el
patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Luarca y vicepresidente de la
Federación de Cofradías de Asturias. Sus palabras son lapidarias: «No hay
bocarte. Las embarcaciones han parado porque no interesa salir a pescar.
Nosotros lo valoramos como una catástrofe, pero el Estado nos responde que esa
declaración sólo se puede aplicar a la agricultura. Queremos que el ministerio
haga algo».
Muchos gastos
Cada uno de los barcos
asturianos que se dedican al bocarte tienen una tripulación de una docena de
hombres y el gasto que supone salir a la mar es muy elevado. Sólo en gasóleo se
invierten unos 600 euros al día, más otros 300 en comida. A todo eso hay que
añadir gastos fijos, como la Seguridad Social. José Antonio Álvarez asegura que
«calculamos que durante los dos meses que llevamos de costera los pescadores
asturianos ganaron unos 120 euros. Así no se puede seguir».
La costera se desarrolla
fundamentalmente en aguas del golfo de Vizcaya, pero los barcos han peinado una
amplia zona en busca de capturas. Varios patrones dedicaron cinco días a navegar
durante mil millas en busca de los bancos de bocarte, llegando hasta el paralelo
47 y al meridiano 5,5. El resultado: ni un cardumen localizado.
Los propios pescadores son
conscientes de que la falta de bocartes puede traer un problema añadido, como es
la falta de cebo vivo para la futura costera del bonito. El patrón mayor pixueto
indica que «algunos barcos pescan bonito al 'tanquero', es decir, con cebo vivo,
que suele ser bocarte, chicharrín o parrocha. También hay quien pesca con
'pluma'».
Álvarez espera que la pesca del
bonito no se vea afectada por esta situación ya que, como reconoce, «hay barcos
asturianos que en todo el año sólo se dedican a estas dos pesquerías. Durante
tres meses van al bocarte y otros cinco, al bonito. Estas costeras son las que
les permiten aguantar todo el año».
Así, los profesionales están
ahora pendientes de que la pesquería del bonito sea positiva, pues, de lo
contrario, muchos se plantearán abandonar el sector. Es un problema con el que
los patronos ya se encuentran desde hace unos años, si bien ahora en mayor
medida. José Antonio Álvarez asegura que «estos momentos de recesión están
afectando mucho a la gente, ya que, como ven que no se consigue pescar nada, los
marineros tratan de buscar un puesto de trabajo en tierra, porque la mar no es
rentable. Así, nos encontramos con que cada vez tenemos menos gente que quiera
embarcarse».
Barcos franceses
Pero, ¿cuál es la causa de esta
situación? Hay opiniones para todos los gustos, desde que es algo cíclico o
coyuntural hasta que es la propia mano del hombre la que esquilma los otrora
ricos caladeros del Cantábrico. Los profesionales asturianos no se decantan por
una opción u otra, pero sí tienen clara una cosa: «Los franceses usan artes no
selectivas, es decir, redes pelágicas».
De cualquier modo, la flota
gala sólo cuenta con un 10% de la cuota de bocarte habilitada por las
autoridades comunitarias para el golfo de Vizcaya. De común acuerdo con las
autoridades españolas, se pactó que los barcos franceses pudieran utilizar artes
no selectivas. En cambio, la flota del Cantábrico, entre ella los barcos
asturianos, usan redes selectivas mediante las que sólo pueden capturar los
ejemplares de mayor tamaño. Además, los profesionales españoles se ven obligados
a realizar sus pesquerías a una profundidad mucho menor a las de sus compañeros
franceses. Aunque los patrones de la Cornisa Cantábrica apuntan a esta
diferencia en la forma de pescar como a un posible origen de la reducción de
capturas, reconocen, no obstante, que los barcos franceses también han visto
disminuir drásticamente sus resultados.
Entre tanto, se suceden las
reuniones entre los pescadores y los responsables de la Administración pesquera
española. Aquellos exigen que la costera del bocarte sea declarada oficialmente
como «catastrófica», con el fin de poder tener acceso a importantes ayudas
económicas para los barcos afectados. No obstante, la última oferta ministerial
se redujo a un total de 4,4 millones de euros, lo que significa una media de
22.000 euros al mes por buque.
Reducción de cuota
Voces expertas claman por la
necesidad de una drástica reducción de la cuota o, incluso, la instauración de
un periodo de veda que permita la recuperación del caladero. Esta última
propuesta es aportada, además, por los propios pescadores, pero parece que la
Administración española se opone a esta drástica medida.
Ante la tesitura de que las
autoridades comunitarias decidan sólo reducir la cuota asignada a España y
Francia para pescar bocarte en el Cantábrico, los analistas consideran que
aquellos que utilizan artes no selectivas se deberían de ver más perjudicados en
el futuro reparto, mientras que los que usa redes más conservacionistas -caso de
la flota española- deberían tener mayor posibilidad de pescar.
Fuente de información:
ElComercioDigital