La capital asturiana vivió un
año más, acompañada esta vez del buen tiempo, el tradicional Martes de Campo. A
pesar de que en la noche anterior hubo que suspender las actuaciones previstas
debido a la lluvia, en esta ocasión los rezos de los socios de la Balesquida
tuvieron sus frutos. El reparto del bollo y la botella de vino blanco comenzó a
las 9.00. Casi 7.000 entregaron los socios y voluntarios de la Sociedad
Protectora de la Balesquida hasta que la descarga anunció el fin del reparto a
las 13.30. Los sobrantes tendrá como destino la Cocina Económica.
Los socios, 5.000 de la
sociedad protectora y 2.000 de la cofradía los recogieron en goteo continuo.
«Está muy rico el pan», indicó uno de los asistentes, Jaime Pérez. Todos
destacaron el buen hacer de las tres panaderías de la ciudad que suministraban
cada media hora al puesto del Bombé. La novedad es que este año el bollo no se
comió en los campos sino en los bordillos de las aceras y bancos para evitar la
humedad del suelo.
Las calles de la ciudad se
llenaron desde las 11.00 de los sonidos de la banda de gaitas, coros y danzas y
banda de música 'Ciudad de Oviedo'. A los cerca de 100 componentes de esta
formación se sumaron otro medio centenar del grupo La Inmaculada. Partieron de
Porlier y pasearon por San Francisco, Milicias y Uría.
La banda de gaitas animó la
espera del Heraldo a caballo, que con un poco de retraso, leyó «por orden del
mayordomo» ante cientos de ovetenses el pregón que vincula la celebración en
honor a Velasquita Giráldez a la ciudad. El nuevo heraldo Isaac Fernández, tuvo
de acompañante a otro alumno de la escuela de doma El Asturcón de Oviedo, Jorge
Iglesias.
«Lo importante es que el
público se vincule al Campo de San Francisco que es donde se celebró durante
tantos siglos y hay que seguir manteniendo esa tradición», comentó el presidente
de la sociedad, Francisco Blanco.
El Martes de Campo también es
día de fiesta para los niños, con atracciones en el Paseo de la Rosaleda,
familias, en el parque Purificación Tomás y jóvenes en los lomos del Naranco.
Personalidades
En el recinto donde se leyó el
pregón, poco antes del mediodía, se afanaba el responsable municipal de
protocolo en partir los bollos y colocar las botellas de vino. Media hora antes,
el más puntual de los ediles, Benjamín Rodríguez Cabañas, recibía un tirón de
orejas, más bien una humorada, del ex alcalde, Luis Riera Posada. «Así que
desbrozáis los caminos de Limanes, ya era hora que tengo todo el coche rayado».
Riera adujo otro motivo para hacer la limpieza: «Luego querréis hacer la
exhibición de Fernando Alonso y no va a caber el coche» y confesó: «Con que esté
limpio para mi fiesta, valdrá».
El ex alcalde, vicepresidente
de la Sociedad de La Balesquida, no fue la única cara conocida en ir a recoger
el bollu y el «cuartillo de vino de pasado el monte». A partir de las 12,
comenzaron a llegar los miembros de la corporación. José Agustín Cuervas-Mons
con sus dos hijos: «Poneos detrás de la mesa», ordenó mientras el caballo tordo
del heraldo bailaba al son de las gaitas. ¿Declaraciones oficiales? sólo del
edil de Festejos. Alfonso Román López se solidarizó con los miembros de la
cofradía: «Yo tampoco duermo mirando al cielo antes de las fiestas» y se
felicitó del tiempo reinante.
Por detrás, se ponderaba el
«pan de fisga con chorizo» que distribuye la cofradía. Más humor. Óscar Cuetos
defendió: «Es tan bueno como el bollo de la SOF de 2000, que aún se habla de
él». Justo el año que él la presidió. También estaban el portavoz socialista,
Jorge Fernández Bustillo, con sus ediles Gonzalo Olmos, Carlos Fernández LLaneza
y Pilar Alonso y, por el PP, Agustín Iglesias, Isabel Pérez-Espinosa y Conchita
García. Fuera del recinto, varios miembros de la AMSO, entre ellos su
secretario, Alfredo Carreño, charlaban con la bolsa del bollo y el vino en la
mano.
Fuente de información:
ElComercioDigital